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Stohrer es la pastelería más antigua de París y es considerada la mejor de la capital de Francia. La belleza de su local comercial y delicias que ofrece son una delicada conjugación del entorno en que nació: una ciudad extraordinaria, donde el arte y la cultura embellecen cada rincón con monumentos, museos, edificios, plazas y calles únicas en el mundo. Y recordemos que esta metrópoli es también la cuna de la alta gastronomía, de la exquisitez culinaria llevada al límite de lo extraordinario. Un lugar donde se encuentran los mejores restaurantes y cocineros del mundo, además de la pastelería más notable y sugestiva.
Son muchos los que cada año visitan esta fantástica metrópoli, pero quizás son pocos los que saben que en el número 51 de un encantador rincón de la rue Montorgueil, una de las mejores y más animadas calles peatonales parisinas, está ubicada la Patisserie Stohrer, una pastelería inaugurada en 1730. Una portentosa y deslumbrante catedral del dulce, un espacio ineludible para los más golosos, que cumple 290 años de fundada este 2020.
Nicolás Stohrer, pastelero oficial del rey Estanislao de Polonia, fue su fundador. Este genial repostero de origen polaco se instaló en el Palacio de Versalles tras llegar con la comitiva nupcial que acompañó a la princesa María Leszczynska para su matrimonio con el rey Luis XV.
En muy poco tiempo, Stohrer se percató de la finura y la técnica de los artesanos pasteleros franceses, y la enorme variedad de productos con los que trabajaban. Por eso decidió quedarse en París y aprender de ellos. Tuvo tanto éxito con sus creaciones en la corte que se ganó la admiración del rey de Francia y logró convertirse en el pastelero oficial de Luis XV.
Años más tarde abrió su propio negocio, Stohrer, una floreciente pastelería en aquel entonces, que aún conserva su prestigio. Notable negocio por el que han pasado brillantes reposteros durante casi tres siglos de historia, quienes han seguido fielmente las recetas que dejó escritas su fundador en su diario, en cuya presentación puede leerse: “Yo, Nicolás Stohrer, pastelero del rey (…) intento legar a la posteridad todo lo que mi larga vida me ha enseñado. Tengo el deseo, sobre todo, de transmitir mis recetas y mis habilidades manuales, del merengue al Ali-Baba, de los ‘puits d’amour’ a las milhojas, sin olvidar las costumbres de antaño y todo lo que ha hecho la gran reputación de la casa Stohrer”.
Visitar la pastelería es ya un aliciente. Su decoración, que puede resultar un poco recargada, recuerda a los teatros de marionetas que tanto furor causaban en Europa durante el siglo XIX. Esta decoración se integró en la pastelería para atraer tanto a los niños de familias nobles como a los adultos que los acompañaban. Patisserie Stohrer fue pintada y decorada por Paul Baudry, artista de prestigio que participó en la decoración del monumental edificio de la Ópera de París.
En la Patisserie Stohrer se inventó el pastel más famoso de París: el Babà au rhum, un dulce que toma su nombre de un cuento de Las mil y una noches. Un pastel empapado originalmente con vino dulce de Málaga, y en el que más tarde se usó almíbar de ron. Según dicen, quien prueba este dulce se queda prendado de él por el resto de su vida. En la Patisserie Stohrer son sorprendentes sus pirámides de bombones que se devoran con la vista, los eclairs de chocolate, la tarte aux framboises y la tarte aux pommes, y para los amantes del chocolate, la galleta con chocolate y vainilla de Madagascar, recubierta con crema de cacao puro ganaché de chocolate negro. Y, por supuesto, el célebre puits d’amour, los pequeños pasteles redondos decorados con azúcar lustre, y rellenos en el centro con crema caramelizada o mermelada.
Los puits d’amour son, al parecer, el dulce preferido de la reina Isabel II de Inglaterra. Se sabe que durante una visita a París en el año 2004, la monarca pidió que la llevaran de incógnito a la Patisserie Stohrer. Allí, sin avisar, y ante la mirada atónita de empleados y clientes que la escucharon hablar en un perfecto francés, la reina Isabel II llegó con un pequeño séquito para disfrutar de los legendarios pasteles en el ambiente de la famosa casa parisina.
La visita a la Patisserie Stohrer apenas duró media hora, pero la noticia corrió como la pólvora y esa misma tarde se agotaron todas las existencias de los puits d’amour. Desde entonces, las fotografías del memorable día adornan los estantes de la pastelería, donde estos dulces tienen el honor de ser la estrella entre las múltiples y variadas creaciones de la famosa y más antigua pastelería de París. ■
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