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Miles de millones de personas en el mundo beben té diariamente, un dato que no pasó desapercibido para Alfredo Carrai, un jovencísimo emprendedor italiano que, fascinado por el té y por el universo que lo envuelve, fundó en 1961 una empresa familiar en Florencia dedicada a la venta de esta infusión.
Desde el principio, Carrai se puso como meta introducir en Italia el consumo y la cultura de esta bebida ancestral, por entonces casi desconocida ya que en Italia siempre ha prevalecido el consumo del café.
El té es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua. En su nombre y a su alrededor han surgido imperios, se han declarado guerras y se han fraguado convenios, tratados y negocios importantes.
Con ese fin, el joven empezó a viajar por el mundo en busca de las mejores cosechas y de los tés más sugerentes y exóticos. Es entonces cuando realmente descubre lo que hay detrás de esta infusión en las diferentes culturas y tradiciones, así como en los distintos sabores o en las formas de tomarlo. Los tés de Yunan, las plantaciones de Darjeeling o el Gyokuro japonés, dejaron de tener secretos para él, enamorándose irremediablemente de este mundo evocador y pleno de sabores y sensaciones.
“El té es para mí el perfume de un país lejano, el eco del viaje de Ulises, el deseo del hombre”, asegura Carrai. Con este bagaje encima, el emprendedor decidió crear, en los años 80, la marca La Via del Tè, afianzando a la original empresa familiar que ya lleva más de medio siglo brindando a los italianos la oportunidad de poder disfrutar de los mejores tés del mundo. Actualmente, La Via del Tè cuenta con tres tiendas-boutique de degustación situadas en puntos estratégicos de la bella ciudad de los Medici.
Carrai ha logrado crear un negocio ejemplar que rinde tributo a la cultura del Renacimiento a través de elegantes mezclas de té verde, blanco, rojo y negro, entre otros, que evocan a grandes artistas como Miguel Ángel, Filippo Brunelleschi, Giotto, Rafael; a iglesias como Santa María del Fiore, y a monumentos florentinos como el Ponte Vecchio o el Palacio Pitti.
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Las tres tiendas en Florencia están repletas de aromas y de sensaciones que recuerdan a tierras lejanas y a culturas antiquísimas. La primera de ellas abrió sus puertas en 1997 en Piazza Ghiberti, en el distrito de San Ambrosio, un lugar de celebración diaria en un colorido mercado de frutas y verduras que crea un fondo especial para la elegancia de la tienda. La segunda está en Via della Condotta, justo detrás de la conocida Piazza della Signoria. Y la tercera tienda se halla en el magnífico Palazzo Frescobaldi, en la zona noble de la ciudad, exactamente en la Via Santo Spirito in Oltrarno.
En todas ellas se venden unas 300 variedades llegadas desde China, India, Sri Lanka, Taiwán, Japón y África. Además, ofrecen deliciosas mezclas aromáticas, tés de frutas y tés de hierbas y mezclas enlatadas, entre las que se destacan las preparadas para las fiestas de fin de año. Los tres establecimientos tienen su rincón gourmet donde se puede tomar un té con una deliciosa porción de tarta, sándwiches genuinamente ingleses o algunas de las pastas de té (también conocidas como masitas o galletas dulces) que se encuentran a la venta junto a una selección de teteras, tazas y accesorios traídos de todas partes del planeta. ■