Uno de mis pequeños lujos, e insisto a todo el mundo en que lo pruebe, es plantar un pequeño jardín de especias. No se necesita mucho espacio; el alféizar de una ventana, unos cuantos tiestos en una esquina soleada o un pequeño huerto junto a la puerta de la cocina son suficiente para tener especias a su disposición siempre que las necesite. Plantarlas y verlas crecer es muy fácil e increíblemente satisfactorio.
He plantado un pequeño huerto en mi casa de Palm Beach con albahaca, salvia, perejil, cebollino, orégano, romero y menta. Árboles cuajados de granadas, cítricos y plátanos, le dan sombra y a la vez producen deliciosas frutas en abundancia. En su día, planté alcachofas, berenjenas y coles de Bruselas, pero sin éxito. Sin embargo el romero está floreciendo, la planta de la albahaca se ha convertido en un pequeño arbusto y la lavanda está dando hermosos y largos tallos.
En Southampton, el huerto se ha perfeccionado con tomates, calabacines y judías verdes. Suena muy bucólico y rural, pero son los ingredientes básicos de la mayoría de mis recetas y me encanta cocinar con ellos. Los fines de semana, me gusta buscar en los viveros hierbas difíciles de encontrar y vegetales como albahaca con olor a canela, hierba Luisa y hoja de laurel. Hago de estas hierbas una parte de nuestras comidas y almaceno el exceso en el congelador para compartirlas con los amigos que nos visitan.
¡Servir el almuerzo en el huerto es una buena forma de presumir de mis logros como jardinera aficionada! En el menú hay siempre una gran profusión de hierbas y frutas cultivadas por mí, pero serían igual de buenas si las hierbas vinieran de una granja cercana.
Suelo poner una mesa sencilla cuando comemos fuera para que los vegetales cobren protagonismo. Sólo hace falta un mantel verde, platos blancos y accesorios de mimbre para completar. Y como centro de mesa, justo frente a mí, un florero con generosos racimos de especias mezcladas.
Normalmente, cito a mis amigos para que lleguen a la una en punto. Sin embargo, solemos tardar unos quince minutos en sentarnos a comer. Esto hace que la comida sea relajada pero además demuestra que respetas las ocupadas vidas de tus comensales. Todo el mundo tiene citas que atender y por mucho que me guste extender la sobremesa, pienso que una comida ha de ser más breve que una cena. Y, como el huerto está entre sol y sombra, suelo poner sombrillas tras los asientos de los invitados. No me apetece que haya que levantarse y moverse a otro lado y echar a perder la conversación.
Gratinado de berenjena y calabacín
Este delicioso gratinado es muy fácil de hacer y lo puede dejar preparado el día anterior o por la mañana y cocinarlo justo antes de servir. (Tiene que darle más tiempo si lo cocina en un horno sin precalentar). Me encanta para comerlo con pan crujiente y queso manchego, pero también resulta delicioso para acompañar carnes o pescados.
Ingredientes
1 berenjena grande o dos medianas cortadas en rodajas
4 calabacines medianos cortados en rodajas
1 cebolla grande en rodajas
3 tomates grandes en rodajas
1 taza de perejil picado
1 taza de albahaca picada
2 dientes de ajo picados
¼ de taza de aceite de oliva
¼ de taza de parmesano rallado
Precaliente el horno a 400 grados. Coloque las verduras en una sola capa en una bandeja (puede hacerlo en lotes) y espolvoree ligeramente con aceite de oliva y sal. Cueza en el horno durante unos diez minutos hasta que estén blandas. Baje la temperatura del horno a 350 grados. Al mismo tiempo, coloque el perejil, la albahaca, el ajo, una pizca de sal y aceite de oliva en una licuadora y bata hasta que forme una crema suave. En una fuente de horno, coloque las berenjenas en una sola capa, añada el calabacín de la misma manera y cubra con la salsa de albahaca y el perejil. Añada los tomates y cubra con la cebolla. Espolvoree con queso parmesano rallado y cueza en el horno de 15 un 20 minutos hasta que la salsa hierva y el parmesano esté dorado. Se debe servir caliente. ■