La cerveza belga Westvleteren XII, elaborada por las sabias manos de 26 monjes que residen en una abadía, está reconocida como una de las mejores y más exclusivas del mundo, con premios en diversos certámenes tanto de Europa como de Estados Unidos.Producida de forma artesanal por la comunidad de monjes trapenses de la abadía de St. Sixtus de Westvleteren en la región de Vleteren, en Flandes Occidental, Bélgica, la bebida se ha convertido en un objeto de deseo y de culto para los amantes de la cerveza, ya que prestigiosos expertos la han etiquetado como una de las mejores del planeta.
La fábrica de cerveza Westvleteren fue fundada en 1838, siete años después de la abadía. La elaboración de la cerveza continuó a través de las dos guerras mundiales, que también asolaron a Flandes durante la primera mitad del siglo XX. La abadía tuvo la suerte de ser la única cervecería trapense que en Bélgica logró retener la vajilla de cobre que los nazis solían robar a sus propietarios para fabricar armamento.
Actualmente, Westvleteren elabora tres tipos de cerveza: Westvleteren Rubia, Westvleteren VIII y Westvleteren XII, la más famosa y prestigiosa de todas, hasta el punto de que para poder adquirirla es necesario reservarla con anterioridad. Además, su precio es muy alto, pues puede llegar a costar hasta US$ 75 por unidad de 33 centilitros. Quienes han tenido la fortuna de probarla dicen que vale la pena y que es absolutamente maravillosa.
Westvleteren XII es de un suave color marrón oscuro, con una espuma grácil y persistente y aromas de malta caramelizada, ciruela y vainilla. En el paladar resulta compleja, dulce, ligeramente amarga y redonda.
Actualmente, la fábrica tiene tres trabajadores contratados, pero la mayoría de las tareas de elaboración de la cerveza son realizadas por los 26 monjes.
Los trapenses pertenecen a la Orden Cisterciense y se rigen por la máxima “ora et labora” (reza y trabaja). Hay monasterios trapenses en todo el mundo, desde el Reino Unido a África, e incluso en la India y Japón. El nombre «trapense» viene del nombre de la Abadía Trappe, en Normandía, Francia, de donde salieron los primeros monjes para fundar nuevas abadías por toda Europa.
Casi todos los monasterios trapenses producen quesos, pan, dulces, ropa y, por supuesto, licores y cervezas, como ayuda para el sostén de sus comunidades. Las cervezas trapenses belgas que todavía se elaboran en algunos monasterios son reconocidas internacionalmente por su rareza y gran calidad.
La Westvleteren XII puede adquirirse por internet en la web de la abadía. Eso sí, tendrán que armarse de paciencia, pues con una producción anual de tan sólo 60.000 botellas, no es nada fácil poder comprar una cerveza cuya fórmula permanece inalterable desde la década de 1940. ■
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