En estos últimos años, la pequeña bodega familiar Suertes del Marqués, de Tenerife, ha sorprendido al mercado europeo e internacional ofreciendo ejemplares de excelente calidad y gran personalidad gracias a los suelos isleños, a su tierra volcánica sumamente rica en minerales que le imprimen un sabor tan agradable y especial, a sus singulares cepas y a su técnica de cultivo.
Ha sido tal el éxito de esta joven bodega que, en tan sólo cuatro años, ha logrado colocar más de una decena de vinos por encima de los 90 puntos en evaluaciones internacionales. Entre estos se destaca su etiqueta “El Ciruelo”, cosecha 2011, evaluada con 94 puntos por el prestigioso Robert Parker, y su etiqueta “La Solana”, cosecha 2012, también con 94 puntos concedidos por la publicación especializada “Guía Peñín” de España.
La clave del éxito de la bodega se basa en el respeto por las tradiciones vitivinícolas de la región y en la defensa de las uvas características de la zona como la listán negro y la listán blanco, entre otras.
Por su geografía especial de terrenos irregulares y sumamente volcánicos, en la Islas Canarias se desarrolló hace cientos de años una técnica de cultivo de vid única en el mundo denominada “cordón trenzado”.
En ella, las ramas de la vid son entrelazadas de manera artificial con pequeños lazos, a partir de la poda, para propiciar su crecimiento horizontal. Ese entrelazado es lo que les permite crecer en medidas sorprendentes que pueden alcanzar hasta los 15 metros (49 pies) de largo, como podemos ver en las imágenes.
Esta peculiar técnica crea los típicos e irrepetibles paisajes de las Islas Canarias, con plantaciones donde se pueden apreciar las enormes vides de ramas horizontales entrelazadas que nacen de una sola base.
En el caso de la bodega Suertes del Marqués, su enólogo principal Roberto Santana decidió sumarse, para la producción de vinos de alta gama, a la tendencia mundial de producción natural de mínima intervención, respetando las características del terroir.
Así nació la línea de productos de la bodega, conformada por nueve etiquetas de parcela producidas artesanalmente con uvas provenientes de pequeños terrenos de hasta tres hectáreas (dos acres) de extensión, más otras dos etiquetas de corte (blend), especialmente diseñadas por los enólogos de la casa.
“El Ciruelo” proviene de una pequeña parcela a 500 metros de altura y fue elaborado mayoritariamente con uvas listán negro, con pequeños aportes de uvas listán blanco, a partir de vides de pie firme de unos 90 años de edad. De color rubí tenue, limpio y brillante, presenta aromas claros a frutos del bosque, minerales y barriles de roble francés donde fue añejado. En boca se ofrece con buen cuerpo, suave, muy afrutado y de acidez equilibrada, con algún picante mineral aportado por el terroir.
Como emblema de su línea de productos, la etiqueta “El Ciruelo” constituye una excelente elección para aquellos que quieran conocer nuevas alternativas de procedencias no tradicionales y cepas no tan populares, pero de máxima calidad, en una industria en la que es difícil innovar. ■