Si es usted es de los devotos al vino y le agradaría obsequiar alguno muy exclusivo a esa persona especial, les recomendamos dos auténticas joyas extraídas de una de las mejores denominaciones de origen del mundo: Burdeos, en Francia, un terroir prodigioso rodeado de ondulantes colinas cubiertas con un manto de viñedos y custodiada por inspiradores pueblos medievales y viejos châteaux.
La tradición centenaria en la elaboración de grandes vinos, su estilo, elegancia y savoir-faire ha traspasado fronteras y han convertido a los vinos de Burdeos en codiciados objetos de deseo. Con sus más de 105.000 hectáreas, de donde han surgido 53 denominaciones diferentes, y sus más de 3.000 fincas, de las cuales 200 son célebres, este enclave vinícola se erige en el Parnaso de los degustadores.
De su amplia variedad, hoy le presentamos dos creaciones incomparables por las cuales cualquier aficionado al buen vino estaría dispuesto a pagar grandes sumas de dinero.
Petrus Pomerol 1984
PRODUCTOR: Château Pétrus // REGIÓN: Pomerol, Burdeos // UVAS: Cabernet Franc, Merlot
En Pomerol, región francesa de Aquitania en el cantón de Libourne, en Burdeos, encontraremos una de las grandes bodegas míticas, la Château Pétrus, donde se elabora con todo cuidado y conocimiento el Petrus, un “caldo” que conmueve de inmediato al aficionado del buen vino, pues es sinónimo de excelencia y virtuosismo. El Petrus de 1984 es el súmmum de la calidad. Posee un intenso color cereza y sus aromas recuerdan a ciruelas maduras, flores secas e higos frescos, a membrillos y peras, acompañado de toques minerales y especiados como la canela, el incienso y el clavo. En la boca es potente, cremoso, profundo y concentrado. Su final es elegante, sutil y complejo. Un vino que si se prueba jamás se olvida. Deja con deseos de más y puede convertir una cena en evento perdurable.
Château Angélus 2009
PRODUCTOR: Château Angélus // REGIÓN: Saint-Émilion, Burdeos // UVAS: Merlot 100%
Cuatro generaciones llevan la familia de Boüard de Laforest dedicada al noble oficio vitívinicola en su Château Angélus, en Saint-Emilion, una pequeña y bella localidad cercana a Burdeos donde se producen los vinos más prestigiosos desde hace siglos. Esta distinguida bodega rodeada de sinuosos viñedos, está situada en el epicentro de un anfiteatro natural, circundado por las tres antiguas iglesias de Saint-Émilion, que a las 12 en punto del mediodía hacen tañer sus campanas, evocando los tiempos en los que los vendimiadores paraban sus quehaceres para dar gracias a Dios rezando el Ángelus. Es esa antigua tradición la que le da nombre a uno de los mejores ejemplares de la bodega, el Château Angélus, un vino que destaca por el subido tono violeta con aromas a frutos rojos y negros y toques minerales y de regaliz. En la boca es intensamente tánico con una catarsis afrutada y huella de jazmines, y cuenta con un prolongado final untuoso y perdurable, que definitivamente demuestra al catador su calidad excepcional como vino. ■