Es importante aclarar la diferencia entre los diversos espumantes y el champagne, ya que se los suele confundir.
Sólo el vino espumoso elaborado con uvas de la denominación Champagne, en Francia, puede ser llamado “champagne”. Si se produce en los Estados Unidos se llama “sparkling wine”, en Italia se conoce como vino “spumante” y en España se llama “cava”.
Y es precisamente en España donde la bodega Codorníu Raventós ha formado parte de las celebraciones durante cientos de años, siendo el principal productor del cava y la empresa familiar más antigua del país y la décimo séptima (17º) más antigua del mundo.
Javier Pagés, su presidente ejecutivo, es un orgulloso miembro de una familia con experiencia en la producción de vinos de calidad desde el año 1551. “La empresa siempre ha pertenecido a la misma familia”, le cuenta a Azureazure.
Javier Pagés
El cava fue la creación de Don José Raventós, de la bodega del Codorníu, en Barcelona, quien vendía vino en toda Europa en la década de 1860. En una visita a la región francesa de Champagne, descubrió el champagne como una oportunidad de negocios, y así empezó, en 1872, a producir ese vino espumante en España y lo llamó cava (que en catalán significa “cueva” o “bodega”).
Hoy en día, se venden más de 230 millones de botellas de cava cada año, y el Codorníu Raventós está entre los de mayor venta.
Pero, ¿se podría decir que el cava es igual al champagne? “Sí y no”, dice Pagés. “Sí, en el sentido de que el método de producción (méthode champenoise) es el mismo. Sin embargo, el cava es diferente porque el terroir es diferente, y porque nosotros producimos cavas utilizando nuestro propio estilo”.
Originalmente, el cava se elaboraba con variedades de uvas blancas españolas como parellada, xarello y macabeo, pero hoy en día se utilizan las mismas que las que se emplean en la región de Champagne: chardonnay y pinot noir, aunque “las nuestras tienen su propia personalidad”, indica Pagés.
El primer cava chardonnay de la compañía, Anna de Codorníu, lleva el nombre de la heredera de Codorníu, que se casó con el enólogo Miquel Raventós en 1659 pero mantuvo su apellido como la matriarca de Codorníu. Producido por primera vez en 1981, el cava Anna de Codorníu es un homenaje a la dinastía familiar. “Tiene una excelente imagen y perfil de sabor”, explica Pagés. En nariz se aprecian aromas de manzanas y peras rojas y amarillas, y en boca es cremoso, sugiere sabores de bananas y una nota de pastel de limón al final.
El consumo de los vinos espumantes en general está en aumento en el mundo y se debe a varios factores, como la mayor oferta y la relación precio-calidad. Es probable que esa popularidad esté impulsada por una generación más joven que no está dispuesta a pagar los precios a veces exorbitantes del champagne francés. Pagés cree que también se debe a un cambio de estilo de vida. “Los consumidores están bebiendo en más ocasiones, y les encantan los vinos espumantes.
“El champagne se percibe como una bebida para celebraciones especiales, mientras que el cava es más asequible. En España, a menudo se bebe una copa de cava antes del almuerzo y de la cena”.
Pagés remarca que muchos consumidores no están acostumbrados a beber vinos espumantes con regularidad, pero, “una vez que lo hacen, un buen cava transforma la ocasión en algo especial”. ■