La Bodega del Real Cortijo fue construida en 1782 por orden de Su Majestad el rey Carlos III de España. Está edificada justo debajo del pueblo denominado Real Cortijo de San Isidro, muy cerca de Madrid, y es la única bodega subterránea que, con tales características, existe en el mundo. Fue propiedad de cuatro reyes y se mantuvo como posesión privada de la Corona española durante más de un siglo, exactamente hasta el reinado de Isabel II (1833-1868).
Declarado monumento histórico-artístico en 1983, es en la actualidad una bodega que elabora vinos de notable calidad y a su vez, un próspero negocio de alta restauración donde se celebran reuniones de empresa, comidas, actividades, celebraciones particulares y bodas.
La bodega es sencillamente impresionante, y consta de un lagar y una enorme cueva con dos bifurcaciones a las que se accede por una monumental puerta de piedra de colmenar, situada junto a un coqueto jardín. En la parte superior hay un mirador construido expresamente para que los reyes contemplaran el atardecer.
El lagar tiene 900 m2 en forma de nave neoclásica abovedada, y la bodega subterránea, una superficie de 2500 m2, que recorre casi medio kilómetro de longitud bajo el pueblo. En su interior se encuentran 187 hornacinas en las que hoy en día envejecen nobles vinos, y donde antiguamente descansaban las tinajas de barro donde antaño fermentaban los vinos. El llenado de los depósitos se realizaba mediante una inteligente red de conductos impermeabilizados construidos con troncos de árboles, que suspendidos del techo en desnivel, vertían el vino. Junto a esta zona se encuentra la Bóveda del Rey, lugar en el que Su Majestad Carlos III acostumbraba a catar los vinos.
La impresionante y bella obra que supuso esta bodega real fue diseñada por el arquitecto real Marquet, y es en conjunto un lugar extrañamente turbador, admirable y a la vez hipnótico, pues sugiere una gran paz por su amplitud y hermosura y a la vez, la sensación que produce pasear por sus adentros es la misma que se tiene al recorrer el interior de una gran catedral o una de las pirámides de Egipto. Incluso si uno se detiene, puede escuchar el silencio, su propio corazón palpitante o el etéreo susurro de la historia.
Al margen de su carácter de negocio netamente hostelero, en la bodega se guardan los vinos que se producen en la finca: La Losa, situada al sur de la atractiva localidad de Cuenca. 144 hectáreas de viñas de las cuales se han seleccionado las 7 mejores y más antiguas (5 de uva Tempranillo y 2 de Merlot) para obtener un vino excepcional. Dadas las extraordinarias condiciones que ofrece la Bodega en lo referente a ausencia de variaciones térmicas, acústicas y de humedad, el vino se traslada a esta bodega para ser envejecido, y allí pasa un mínimo de un año en barricas de roble, con trasiegos periódicos y rellenado semanal para después, reposar en botella en las bóvedas subterráneas hasta ser etiquetado en su tercer o quinto año.
La marca que comercializan en diferentes añadas, se denomina Real Cortijo, y es vendida integra y directamente en bodega. En su cata se puede apreciar que es un vino limpio, de color rojo cereza, bien cubierto, con matices de evolución característicos de la crianza y una larga guarda en botella. Al olfato resulta franco y complejo, con aromas que nos recuerdan a frutos rojos, regaliz y algo de fruta madura característico de sus dos variedades (Tempranillo y Merlot), con notas lácticas agradables y aromas de vainilla, cedro, tabaco y ahumado ligero, característico de la crianza en barrica. En boca es de entrada suave, con un paso elegante y equilibrado. ■