Más de cien años cumplidos, y un premio de la Guía Michelin, son la carta de presentación del clásico y elegante bistró ubicado a unos pasos del Hotel de Ville, en pleno corazón de París. Un ambiente cálido y elegante acompaña la buena mesa del restaurante Benoit desde 1912, año en que Benoit Matray, el antiguo carnicero y conocedor de muchos trucos culinarios, abriera sus puertas. Desde entonces, es uno de los más auténticos bistrós parisinos.
Los vecinos, artistas y comerciantes del típico barrio de Les Halles se encargaron de propagar la voz, dando a conocer un lugar de cocina tradicional y buen servicio, donde la misma persona que preparaba los elaborados platos de sabores inigualables era quien recibía y atendía a sus clientes con la cordialidad de un amigo en una atmósfera familiar.
Para 1961, Michel Petit, el nieto de Benoit, se convierte en el chef principal y asume el liderazgo del restaurante parisino. Y con este cambio vinieron otros: se renovó y modernizó la cocina; se remodeló la bodega y se amplió el salón de invitados, y se creó un salón privado en la planta superior con baldosas de terracota, paneles decorativos y una chimenea, detalles que aportan el toque cálido del lugar. Pero todos los cambios se hicieron conservando el espíritu original del restaurante. El uso del azulejo, la presencia de maderas preciosas en la carpintería, el terciopelo rojo en sus asientos, los ventanales de cristal grabado, los grandes espejos y las exuberantes pinturas que adornan las paredes recrean la atmósfera que nos hace transportarnos en el tiempo para vivir épocas pasadas.
Aun hoy, el restaurante mantiene costumbres inamovibles que se preservan como la más preciada joya. Siguiendo la tradición Beaujolais, el vino se embotella en el propio restaurante. En la entrada del Benoit todavía se conserva el gancho que sirvió para bajar los barriles de vino a la bodega. Asimismo, aún se mantiene la carta menú que el artista y grabador Lesage, uno de los clientes más fieles del Benoit, diseñó con ilustraciones festivas. Se cuenta que una noche de extremo regocijo en el lugar fue el origen de su actual consigna: “En Benoit, bebiendo y festejando como reyes”. Otro de los tesoros del Benoit es el manuscrito de recetas de la abuela María. Los clientes aseguran que gracias a este recetario fue posible el triunfo del restaurante.
Después de años de éxito, Michele Petit y su esposa Catherine decidieron vender el negocio. Así fue como el Benoit pasó a manos del célebre chef Alain Ducasse. El propósito de Ducasse, quien es dueño de otros restaurantes famosos en el mundo, fue perpetuar la tradición del bistró parisino, añadir una pizca de modernidad y lanzarlo a la fama internacional.
Las intenciones de Ducasse se hicieron realidad. En el 2005, como un tributo al legendario bistró de París, otro restaurante Benoit abre sus puertas en uno de los barrios más famosos de Tokio, y más tarde se inauguró otro en Nueva York. La tradición del Benoit puede ahora deleitar el paladar de los buenos conocedores alrededor del mundo, demostrando que la historia continúa después de cien años.
El chef Fabienne Eymard del Benoit de París prepara personalmente y con mucho esmero las recetas. Para empezar, es imperdonable no probar el pâté en croûte en hojas de lechuga con aceite de nueces, o el clásico foie gras hecho en casa. Como plato principal, una de las sugerencias es la terrine gelée de rabo de toro con apio estilo rémoulade, el pescado estilo Dieppoise, sus famosos moluscos en su concha con mantequilla de ajo y hierbas o un salteado gourmet de mollejas a la cazuela.
El Benoit cuenta con un surtido de quesos franceses y, para concluir, es muy recomendado el Savarin en Armagnac con una crema ligeramente batida o el pastel mil hojas de vainilla. Para acompañar estas delicias, el sommelier jefe de los restaurantes propone más de 350 vinos de primera calidad provenientes de los viñedos más famosos de Francia.
Definitivamente, quien quiera probar la famosa gastronomía gourmet de Francia, está obligado a visitar Benoit, uno de los últimos bistrós con el genuino sabor parisino. ■