La vida de Somy Ali parece sacada de un cuento de hadas. Aunque tal vez sea más conocida en la actualidad por su impresionante labor filantrópica, esta bellísima joven pakistaní ha sido también afamada modelo y actriz de Bollywood, a donde llegó en busca de su ídolo de la adolescencia.
Nacida en 1976 en Karachi, Pakistán, de madre iraquí y padre pakistaní, Somy describe su infancia como una etapa “emocionante”, ya que su padre era un pujante productor y director de cine que convirtió el segundo piso de su casa en un estudio cinematográfico y la envió a una escuela privada, sólo para niñas: el prestigioso Convento de Jesús y María, perteneciente a la Iglesia católica.
Sin embargo, tras todo aquel glamour hubo también momentos atroces que fueron los que realmente forjaron a la mujer que es hoy: la fundadora y presidente de No More Tears (NMT), una asociación sin fines de lucro con sede en Miami, que rescata y ampara a víctimas de violencia física, abuso sexual y tráfico de personas.
En Pakistán, fue víctima de abuso sexual perpetrado por el personal doméstico de su casa. Y es que la violencia doméstica era algo muy habitual en aquella cultura
Su primera experiencia dolorosa fue a los cinco años, en Pakistán, cuando fue víctima de abuso sexual perpetrado por el personal de servicio de su casa. Y es que la violencia doméstica era algo muy habitual en aquella cultura. “Crecí rodeada de violencia doméstica por todos lados. Las mujeres de sociedad amigas de mi madre fueron todas abusadas de alguna manera. Y siempre se tapaba todo con la misma excusa: “Se cayó por las escaleras”. Mi madre también fue víctima de violencia doméstica. Mi hermano y yo solíamos escondernos bajo la cama y ver como mi padre la golpeaba. Era horrible”, recuerda Somy.
En los ’80, cuando cumplió 12 años de edad, Somy, su hermano y su madre abandonaron Pakistán y se mudaron a USA, donde se establecieron en Florida. Convertida ya en una preciosa jovencita, siguió creciendo allí como cualquier otra chica normal de aquellos tiempos: le encantaba la película Weird Science, estaba locamente enamorada de Bon Jovi y amaba la canción “Living on a Prayer”. Pero en la escuela se encontró con un doloroso choque cultural. Su acento la convirtió de inmediato en blanco de hostigamiento (lo que hoy llamamos ‘bullying’). Sus compañeros se mofaban de ella, la insultaban y en más de una ocasión, volvía llorando a su casa. A los trece años fue violada.
Se refugiaba en su casa y le encantaba mirar películas de Bollywood como lo hacía en su país natal, pero nunca quiso ser actriz. Este pasatiempo la llevó a enamorarse perdidamente del famoso actor Salman Khan, a quién ella misma describe como “el Brad Pitt de la India”.
Un sueño premonitorio
Una noche, tuvo una especie de sueño premonitorio en el que se vio, con toda claridad, casada con Salman y viviendo con él en India. Con la loca idea de casarse con él, ideó un plan para marcharse a la India, convertirse en una estrella de cine y, finalmente, conquistar a Khan. Aunque al principio su madre le dijo que aquello era una de esas típicas ilusiones inalcanzables de muchas adolescentes, Somy se las arregló para convencerla de que la dejara mudarse a Mumbai, pese a tener sólo 15 años.
Dejando atrás los malos recuerdos y todo el sufrimiento que vivió en su colegio norteamericano, abandonó sus estudios y se mudó a Asia, logrando finalmente hacer su sueño realidad en Bollywood: conoció a Salman durante un casting al que se presentó recién llegada, trabajó con él en varias películas y se hicieron novios, manteniendo una preciosa relación durante ocho años. Sin embargo, el destino le tenía marcada una ruta diferente en su hoja de vida: dos meses antes de su boda, la pareja rompió. Salman tenía una relación romántica paralela con otra actriz de Bollywood, y aquello fue el final.
Poco después, ya con 24 años, Ali regresó a Estados Unidos. Corría el año 1999 y deseaba cumplir su gran deseo de estudiar una carrera, algo que había estado anhelando mucho tiempo. Se inscribió en la Nova Southeastern University de la Florida para estudiar psicología y trabajó paralelamente en la estación de radio de la universidad como comentarista política y de temas sociales. Esta experiencia le despertó el interés por el periodismo y, una vez graduada de Nova, tomó un curso de Comunicaciones en la Universidad de Miami.
Cautivada por la producción de documentales, decidió irse a la Gran Manzana a estudiar en la New York Film Academy, graduándose en 2003 como realizadora, escritora, editora y directora audiovisual. Un año más tarde, se especializó en la Connecticut School of Broadcast como periodista de televisión. En 2005, se mudó definitivamente a Miami, Florida. Es en esta ciudad donde, inspirada por sus experiencias personales y por su recorrido académico, decidió crear No More Tears (NMT), una fundación que ayuda y ampara a víctimas de abuso y tráfico humano, y que fue certificada en 2007 por el IRS norteamericano como “organización no lucrativa”.
Actualmente, Somy se mantiene financieramente gracias al alquiler de tres propiedades que pudo comprar en el sur de la Florida a su llegada a Estados Unidos con los ahorros de su trabajo en Bollywood. También realiza localmente trabajos esporádicos como modelo, vocera, etc. Creó No More Tears con su propio dinero, es su única empleada e invierte todo lo que gana con sus trabajos freelance para sacar la organización adelante. La fundación también recibe donaciones individuales y corporativas. Sin embargo, como el número de víctimas sigue creciendo, nunca alcanzan y a menudo teme no tener los fondos necesarios para seguir rescatando víctimas, cuenta.
Al frente de NMT, Somy trabaja a diario junto al FBI, el Departamento de Seguridad Nacional, la policía y los abogados y defensores de las víctimas, atendiendo casos en Miami Dade, Broward y West Palm Beach. Ella, en persona, se reúne con las ellas en lugares públicos (por seguridad) y las asiste con lo que necesiten: terapia, un lugar seguro donde quedarse, visitas al doctor, comparecencias ante la corte y compra de víveres, entre otras cosas. “No hay días libres”, comenta Somy, quien asegura que suele recibir alrededor de quince llamadas diarias de denunciantes o víctimas en busca de ayuda.
Al día de hoy, NMT ha ayudado a cerca de 5000 víctimas, y Somy está sumamente orgullosa de que tan sólo dos de ellas han reestablecido relación con sus agresores. Además, ha sido testigo, en su trabajo y en su vida personal, de muchas injusticias y atrocidades, y eso es la fuerza motriz que la impulsa a no detenerse en su cruzada por ayudar a este tipo de víctimas. “No deja de sorprenderme lo fuerte podemos ser. La primera vez que yo fui abusada tenía cinco años, y de nuevo me sucedió a los nueve. A los 13 fui violada. ¿Qué tan fuerte puede ser un ser humano? Es admirable, realmente podemos salir de una situación como esa y utilizar todo lo malo que nos ha sucedido para hacer algo bueno y ayudar a los demás. Nunca te des por vencido. No puedes darte por vencido”. ■
Para más información acerca de No More Tears o hacer una donación, visita: No More Tears.
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