En un continente en el que imperan las estructuras de poder bizantinas, tanto en el sector público como en el privado, y la indiferencia absoluta hacia la ley, y donde la corrupción está absolutamente fuera de control, los gobiernos de la mayoría de los países africanos se tambalean y han estado a punto de fracasar. Los líderes autócratas no dudan en cambiar la Constitución para extender sus mandatos, y los sobornos son algo habitual a la hora de obtener favores. Todo esto ha provocado la grave falta de servicios y beneficios básicos tan vitales como la salud, la educación y la vivienda.
Por suerte, existe en el continente africano un hombre cuyos esfuerzos, en solitario, están logrando revertir estas tendencias al reconocer a los pocos líderes africanos que han puesto al servicio público por encima de sus intereses personales y ofrecer estadísticas que permiten a los países medir los desempeños de los gobiernos.
El empresario nacido en Sudan Mo Ibrahim, quien siempre está iniciando nuevas aventuras profesionales, opina que si el gobierno se mantiene en buenas condiciones, el resto de los componentes sociales se encaminarán por sí solos. Tras haber fundado Celtel, una de las empresas de telecomunicaciones más proliferas de África, decidió venderla en el 2005 para poder concentrarse en su nuevo proyecto, la Fundación Mo Ibrahim, creada para fomentar las buenas prácticas de gobierno y la excelencia de liderazgo. El empresario está convencido de que las filantropías son como la aspirina: alivian tal vez el dolor, pero no solucionan el problema de raíz. Por eso su enfoque es que hay que extirpar el cáncer de la raíz del problema.
Su fundación ofrece US $5.000.000 por un periodo de diez años, a aquellos líderes africanos que ostenten el más alto nivel de servicio y que hayan demostrado respeto a la ley y compromiso con el proceso democrático. Los beneficiados también recibirán US $200.000 anuales de por vida.
El ganador de la primera edición del premio en 2007 fue el ex presidente de Mozambique Joaquin Chissano, que dirigió a su país a través de una guerra mortífera y de una tremenda sequía en la década de 1980, logrando una transición exitosa hacia una democracia multipartidaria. Con el apoyo que recibió de la comunidad internacional, Chissano utilizó estos recursos para transformar a su país de un régimen marxista a una economía de mercado antes abandonar su presidencia, a pesar de que la constitución le permitía permanecer en el poder por un tercer periodo. Él mismo explicó que su intención al tomar esta decisión fue crear espacio para que floreciesen las instituciones democráticas del país.
Otros líderes africanos reconocidos por la fundación son el ex presidente de Botswana Festus Mogae, el ex presidente de Cabo Verde Pedro Pires y el ex presidente de Namibia Hifikepunye Lucas Pohamba. Desde su creación, el premio ha sido entregado tan sólo cuatro veces, ya que los jueces determinaron que ningún otro líder, en todos estos años, ha logrado alcanzar los requerimientos del mismo.
Como complemento al premio, Mo Ibrahim fundó el Índice Ibrahim de Gobierno en África (IIAG por su sigla en inglés) para evaluar el desempeño de los países del continente basándose en cien variables, entre ellas seguridad, estado de derecho, desarrollo humano, participación, derechos humanos y oportunidades económicas sostenibles, por citar algunas.
Este índice se ha convertido tanto en un referente como en un incentivo para los países africanos a la hora de evaluar sus progresos con el correr de los años, siendo también una valiosa fuente de información para aquellos inversionistas potenciales y donantes que deseen determinar a quién destinarán sus ayudas.
Mo Ibrahim sostiene que si bien no hay mayor valor que el trabajo de un buen líder, el premio es un excelente incentivo para que los gobernantes africanos puedan continuar su obra una vez retirados, inspirando así a futuros líderes.
En un gesto que demuestra su compromiso incondicional con el desarrollo social, Ibrahim se ha sumado al plan de donaciones liderado por Bill Gates y Warren Buffet, Giving Pledge, que busca comprometer a 150 millonarios de todo el mundo a donar al menos la mitad de sus fortunas.
El mantra de Mo Ibrahim es que sí es posible una democracia libre de corrupción en África, y ha tomado las riendas para llevar al continente por ese camino, haciendo surgir uno a uno líderes sin egoísmo que antepongan el bien de su país. ■