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La organización no lucrativa Notas de Paz nace en Cali, Colombia, el 1 de marzo del 2007, tras un largo proceso de gestación. Aquel día, se hizo realidad el sueño de la matemática caleña Lilly Scarpetta de Pumarejo quien, hace 25 años, cuando asistía al Festival de Salzburgo en Austria, escuchó hablar al matrimonio venezolano formado por Harold y Matilde Chumaceiro de la increíble labor que el maestro José Abreu realizaba en su país con los niños de pocos recursos a través de sus orquestas infantiles y de su famoso “Sistema”, concebido para el mejoramiento intelectual y social de los niños y jóvenes necesitados a través de la música.
Gustavo Dudamel, director de la Los Angeles Philharmonic y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar es, por ejemplo, “producto” del Sistema de Abreu y uno de los mejores ejemplos de su poder transformador. Aquella conversación dejó la semilla en el corazón de Lilly, que se pasó años investigando, estudiando, contactando expertos y forjando su sueño, hasta culminar su siembra de amor con la apertura de Notas de Paz en Bellavista, uno de los barrios más necesitados de Cali —ciudad que conoce a la perfección, ya que nació allí— y en donde reinan la pobreza, los pandilleros y la violencia callejera y doméstica como método normal de resolver cualquier problema de la vida diaria.
Notas de Paz es una orquesta infantil y juvenil en la que se utiliza la música como entrenamiento integral de vida.
El proyecto es una iniciativa totalmente privada, manejada con criterio de empresa, en el que participan compañías muy importantes del país que han visto la fuerza transformadora de la organización y su impacto tan positivo. Concebida como instrumento para construir un ambiente de paz a través de la educación y de la formación musical, Notas de Paz es una orquesta infantil y juvenil en la que se utiliza la música como entrenamiento integral de vida, llevando a los niños a un entorno de armonía y de belleza en el que se descubren a sí mismos como seres humanos dignos y capaces de producir algo tan hermoso como una sinfonía.
Desde su creación, y gracias al amor y a la pasión denodada de su fundadora, la organización ha crecido notablemente hasta contar con más de 150 instrumentos, 19 profesores y 200 estudiantes. Además, tiene una maravillosa sede construida en el límite de Bellavista, a la que diariamente llegan los niños para tomar sus clases, ensayar, hacer tareas y recibir una formación integral. El lugar se ha convertido en el corazón del barrio: los padres, a los que atiende cuando hace falta el equipo de psicólogos que se ocupa regularmente de los niños, se encargan de la limpieza, del cuidado de los jardines y del mantenimiento, y participan en cualquier evento que se organice allí; los pequeños estudiantes, para los que Notas de Paz es su segunda casa, llegan cada día después de sus clases escolares y a cada rato que tienen libre, con la actitud del niño que llega a su hogar a recibir seguridad, apoyo y guía.
Además de sus obligaciones diarias habituales (ensayar, tocar, tomar clase, comer, hacer sus tareas o pedir ayuda para poder terminarlas), hablan también con el psicólogo o con las maestras sobre sus problemas o preocupaciones, o visitan al dentista o al doctor cuando les hace falta, ya que la organización se encarga de su desarrollo integral. Durante las vacaciones, los niños acuden al centro a limpiar sus instrumentos, a disfrutar de picnics y a compartir con sus compañeros en un ambiente sano. Lilly, por su parte, no se priva del gozo de llevarlos a todos cada Navidad a una hermosa casa de campo en Cali donde, para celebrar las Fiestas, nadan en la piscina, disfrutan de una barbacoa, se divierten con payasos y juegos y reciben sus regalos.
La pasión compartida por la música no sólo ha sanado esta zona de alto riesgo a las afueras de Cali, sino que ha creado una gran familia: la de Notas de Paz. Cada trimestre, la institución realiza una evaluación académica, musical y psicológica de cada estudiante, constatando el poder transformador de la música en los logros escolares y sociales de cada estudiante, y permitiendo diseñar su desarrollo de acuerdo a sus avances. Al terminar sus estudios de enseñanza superior, se les ofrece además una beca para que, si es que así lo desean, puedan continuar sus estudios de música profesional en alguna universidad. La energía de Notas de Paz ha transformado la vida de los habitantes del barrio y de la montaña.
Tal y como dice Lilly Scarpetta: “Cada niño que aprende a tocar un instrumento, descubre un lenguaje universal, aprende disciplina y dedicación y tiene menos posibilidades de empuñar un arma y terminar en las calles”. ■