En 2013, el Museo para las Artes y el Diseño de Nueva York (o MAD por sus siglas en inglés) puso a disposición del público una exhibición maravillosa llamada The Art of Scent 1889-2012 (o El Arte del Olfato 1889-2012) en la que se mostraba el largo y fascinante proceso de creación de aromas y fragancias. En la exposición, el curador Chandler Burr presentó la historia de los perfumes durante los últimos 150 años y la conexión existente entre los materiales que dan lugar a la creación de un paraíso para el olfato.
Burr, encargado del departamento del arte relacionado con el sentido del olfato, es el autor del libro The Emperor of Scent (2003), en el que plantea su oposición a clasificar las fragancias según sus elementos iniciales, como pueden ser los cítricos y las flores.
Su conocimiento y pasión por los aromas hizo que Burr propusiese en 2011 a la directora del Museo la creación de un departamento para aromas. El resultado fue tan bien acogido por Holly Hotchner que las fragancias ocupan un lugar apropiado en el entramado de este museo.
La exhibición en el MAD mostraba 12 aromas, cada uno de ellos una verdadera obra maestra dentro de su tiempo y su estilo, y todo ello en un ambiente minimalista, silencioso, con las fragancias en su estado más puro y sin frascos o botellas que pudieran distraer el sentido del olfato. La iluminación seleccionada permitía que el olfato se desarrollara plenamente y se preparara para dar un viaje por el tiempo, olvidando por un momento que uno estaba dentro del edificio Jerome and Simona Chazen, en pleno corazón de Manhattan.
El mundo de la perfumería se nutre de la investigación de nuevas técnicas y la experimentación tanto de materia orgánica, como de materiales sintéticos.
Los creadores de estos aromas son artistas y maestros especialistas, innovadores en su medio, que siempre están buscando una forma de llamar la atención con su obra. En este caso usan el sentido del olfato como medio para hacer llegar su arte y estilo, y con el que buscan a envolver todo lo que rodea al espectador.
Esta memorable exhibición fue diseñada por el grupo de arquitectos Diller Scofidio + Renfro, conocidos sobre todo en Manhattan por el High Line de Chelsea y el desarrollo del proyecto del Lincoln Center. Con este diseño, de la arquitecto Liz Diller presentó a 15 creadores y 12 aromas que han marcado historia en el mundo del perfume.
Los creadores eran: Aimé Guerlain (1834-1910), Ernest Beaux (1881-1961), Francis Fabron (1913-2005), Bernard Chant (1927-1987), Pierre Wargny (1947), Olivier Cresp (1955), Jacques Cavallier (1962), Annie Buzantian (1949), Alberto Morillas (1950), Carlos Banaïm (1944), Max Gavarry (1937), Clément Gavarry (1977), Jean-Claude Ellena (1947) y Daniela Andrier (1964).
El recorrido de los 12 aromas comenzaba con la creación de Jicky de 1889 por Aimé Guerlain y continuaba con el aclamado Chanel No. 5 de 1921 –promocionado ahora en su faceta masculina por el actor Brad Pitt-, pasando por L’Interdit de 1957, Aromatics Elixir de 1971, Drakkar Noir de 1982, Ángel de 1992, L’Eau d’Issey de 1992, Pleasures de 1995, Light Blue de 2001, Prada Amber de 2004, Osmanthe Yunnan de 2006 y Untitled de 2010.
La muestra reunía a 11 casas y grupos tan diversos como Prada, la española Puig, Maison Martin Margiela, Hermes, Thierry Mugler, Estēe Lauder, Chanel, Givenchy o Guerlain en un fin común: disfrutar los diferentes caminos de creación de estos aromas exclusivos.
Cada perfume, una mujer
El poder del perfume es algo que ha cautivado a la humanidad desde sus inicios y que la literatura y el cine han recogido en numerosas ocasiones. El perfume crea una fuerza invisible que envuelve todo lo que rodea, dando rienda suelta a la imaginación y creando un aura alrededor de quien lo lleva.
La elección de un perfume es un proceso al que hay que dedicar el tiempo adecuado ya que es reflejo de la personalidad y estilo de quien lo lleva. Los aromas cambian drásticamente cuando están secos y el mismo perfume puede parecer totalmente diferente según el tipo de piel de quien lo lleva. De ahí que para maestros como Francis Kurkdjian o Frederick Bouchardy -quien está detrás de perfumes para casas como Barneys New York-, antes de lanzarse a la compra de un aroma, hay que convivir con él, ver si se complementa con la personalidad o forma de ser de uno y lo que es más importante, ver si es capaz de formar un elemento más de la persona.
Para muchos de los maestros creadores, la mujer debe contar con más de un perfume. Esta es la opinión de Bouchardy y Yann Vasnier, artífices de perfumes como Lola de Marc Jacobs o Santal Blush de Tom Ford. Para ellos, la mujer no debe contar con un único perfume, sino con un aroma o base esencial sobre el que giran los demás perfumes que posee y que irá cambiando según las ocasiones, época del año y según vaya vestida. La elección de un perfume es la elección del accesorio que une todos los elementos y que hace que todo tenga sentido y unión.
Frida Giannini, creadora de Gucci, elige su aroma dependiendo de dónde vaya y lo que lleve puesto ese día. La esencia que parece adecuada o perfecta durante los calurosos meses de verano, ya no lo es cuando llega el invierno y no se convierte en el accesorio perfecto para el cashmere o el cuero. De ahí que Giannini recomienda que si hay un diseñador particular por el que se tenga predilección, se debe probar su perfume con preferencia a otros, dado que las fragancias normalmente evocan el mismo gusto o sentido que se tiene a la hora de diseñar, algo que ha sido respaldado por Ann Gottlieb, creadora de aromas de la francesa casa Dior.
Sin embargo, hoy en día a la hora de elegir un aroma, intervienen factores como la firma, forma de la botella, color y características de su envoltura o la celebridad que se elija como imagen del perfume, algo que muchas veces impide que se vaya más allá del puro marketing y haga sombra al aroma y trabajo de los maestros.
Con la exhibición MAD rindió homenaje a estos maestros de los aromas, reconociéndolos como artistas de su género. El lujo también se lleva en el aroma de cada mujer. De este modo, el perfume se ha elevado a la categoría de arte, a la altura de la música y de la pintura. Queda demostrado que un perfume puede ser una obra de arte. ■