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La artista sueca Hilma af Klint es considerada la precursora del arte abstracto con sus magníficas obras creadas entre 1906 – 1920, que recién en el siglo XXI fueron entendidas y valoradas en todas sus dimensiones. Recientemente, el Museo Guggenheim de Nueva York exhibió una muestra única e impactante llamada “Hilma af Klint: Paintings for the Future”, que significó un notable reconocimiento para la obra de la artista, cuya trascendencia aún es controvertida. La exposición fue organizada por el Museo Solomon R. Guggenheim, con la colaboración de la Fundación Hilma af Klint de Estocolmo.
Hilma af Klint, nacida en 1862, se graduó con honores en la Real Academia Sueca de las Artes, y perteneció a la primera generación de mujeres europeas formadas académicamente en arte. Comenzó expresándose a través de la figuración y el paisaje naturalista, tan representativos de la época.
Acontecimientos familiares e influencias de movimientos espirituales como el espiritismo, la teosofía y la antroposofía, provocaron un vuelco fundamental en Hilma af Klint que le llevó a canalizar su creatividad en obras que actualmente son consideradas pioneras del arte abstracto, manifestación artística que posteriormente desarrollaron de manera magistral Vassily Kandinsky, Piet Mondrian y Kazimir Malevich.
La mujer y su misterio
La pérdida de su hermana Hermina en 1880 estimuló en ella el interés por la religión y el espiritismo. Más tarde, en 1896, integró un pequeño grupo de mujeres denominadas “De Fem”, grupo de amigas que se reunían para contactar a “maestros superiores” y practicar la escritura y pintura automática.
Profundizando su interés en los aspectos espirituales y de la conciencia, Hilma af Klint recibió durante una sesión espiritista la indicación de hacer pinturas en el plano astral para representar los aspectos inmortales del ser humano.
En 1906, comenzó a reflejar en sus cuadros lo que consideraba una conciencia superior que se expresaba a través de ella: “Los cuadros fueron pintados por mí directamente, sin dibujo preliminar, y con gran energía. Yo no tenía ninguna idea de lo que representaban las imágenes, y sin embargo trabajaba rápida y segura, sin retocar una sola pincelada”, expresó tiempo después. De ese período, su obra más representativa, The Paintings for the Temple, consta de varias series y grupos de obras donde sobresale Caos Primordial, 26 imágenes creadas en forma mediumística.
El misterio y el secreto de su obra
Klint mantenía su trabajo en secreto y solo permitía el acceso a unos pocos elegidos. Uno de ellos fue el filósofo Rudolf Steiner que, sorprendido por su obra, le aconsejó que la ocultarla porque nunca sería entendida. Su influencia llevó a que Hilma af Klint instruyera en su testamento que su obra abstracta no se mostrara hasta 20 años después de su muerte. Hilma af Klint produjo más de mil pinturas, acuarelas y bocetos que durante su vida no permitió mostrar públicamente.
Fuera del mercado
Recién en 1986 se expuso una pequeña parte de su obra en Los Ángeles County Museum of Art, en la muestra The Spiritual in Art: Abstract Paintings 1890–1895. Después, muy pocos se atreverían a mostrar la obra de una artista aún no legitimada por el mercado privado del arte y los principales museos del mundo. Ocurre que la totalidad de su obra es patrimonio de la Fundación Hilma af Klint, y buena parte aún no ha sido catalogada ni estudiada.
Pero algo está cambiando. Desde hace diez años, sus obras están siendo incluidas en exposiciones de Europa y Estados Unidos. En 2012 fue expuesta en el Centro Pompidou de París, y en 2013 se abrió una gran retrospectiva en el Moderna Museet de Estocolmo. Más tarde se expuso en las Serpentine Galleries de Londres y el Museo Picasso de Málaga. Quizás Hilma af Klint tenía razón en posponer su acceso al público. Recién ahora, en el siglo XXI, su obra comienza a comprenderse y valorarse en toda su dimensión. ■
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