Gaby Herbstein es una destacada fotógrafa y artista visual argentina de 50 años, premiada en París por su exposición Estados de conciencia, en la cual reflejó su estilo ecléctico y su concepto de la fotografía como un medio para generar conciencia.
De espíritu comprometido con la realidad, sus obras manifiestan su preocupación con temas como la ecología, el VIH y mujeres aborígenes, entre otros.
Herbstein inició su trayectoria en 1990 como fotógrafa de moda Latinoamérica y ha realizado campañas publicitarias para diversas marcas. Es muy conocida también por sus retratos de personajes célebres de la cultura latinoamericana, como Julio Bocca, Charly García o Elena Roger.
Sus exposiciones, tanto individuales como colectivas, han pasado no sólo por Art Basel Miami y por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), sino que han recorrido otros distinguidos salones en Estados Unidos, Rusia, China, Japón y América latina, mereciendo distintos reconocimientos y excelentes críticas. Entre ellos, se destaca la Medalla de Oro en los premios Prix de la Photografie en París 2015, en la categoría Fine Art, por su proyecto Estados de conciencia.
Intimidad espiritual de una artista
Estados de conciencia es una serie de fotografías oníricas, inspiradas en el surrealismo, sobre los diferentes estados de conciencia en el camino hacia el autoconocimiento.
Entrevistada por azureazure.com, Herbstein dice desde Buenos Aires que esta muestra, presentada en 2013 y cuyo éxito dio la vuelta al mundo, fue “una serie íntima y de temática diferente a mis trabajos previos”. Cuenta que todo empezó cuando, cinco años antes de hacerla, ocurrió un quiebre en su vida, “una apertura espiritual espontánea, una curiosidad que antes no había experimentado de saber cómo funciona el universo más allá de nuestros sentidos. Necesidad de saber cómo funciona lo que no se puede ver, tocar, oler o escuchar”.
Y en esa búsqueda fue que la artista exploró diferentes corrientes espirituales como el hinduismo, el taoísmo, el budismo y el sufismo, hasta llegar a la cábala, donde se siente “más a gusto”.
La génesis creativa de “conciencia”
Ese encuentro íntimo y espiritual de la artista significó un punto de partida que, con la incorporación de nuevas herramientas expresivas, fue abriéndole puertas a diferentes niveles de conciencia. El tránsito por el camino del autoconocimiento, y la fascinación por lo que iba descubriendo, la impulsaron a manifestarlo a través de su medio expresivo natural, la fotografía.
Herbstein nos cuenta que se tatuó la palabra “conciencia” en el antebrazo a modo de un recordatorio perpetuo. “Conciencia significa conectar”, explica, “y ahí está la clave de la felicidad: conectar verdaderamente con uno mismo y con quienes nos rodean”.
El gran hilo conductor
La artista nos comenta que todas las obras que integran esta exposición (35 fotografías, 70 objetos y diversos materiales de producción) “están conectadas entre sí porque todas ellas representan realidades universales, como la ley de causa y efecto, dar para recibir, soltar, poder ver la película completa en una situación vivida, el concepto de resistencia, reconocer nuestro ego”.
Al admirar la muestra Estados de conciencia se percibe el florecimiento de nuevas aristas e inquietudes que enriquecen su labor creativa. La artista comentó que después de esa obra se ha enfocado también en “investigar el tema de la belleza desde el punto de vista filosófico”.
Así fue que realizó Divina Belleza (2015), un proyecto conformado por trece retratos de niñas, cada una de ellas representando diferentes aspectos de la belleza, en un ensayo fotográfico que aborda el tema de la geometría sagrada.
Más tarde, en 2017, la artista creó La Diablada, una serie inspirada en los ritos del carnaval y en las tradiciones andinas.
Actualmente, continúa trabajando en la obra Creer Para Ver, que comenzó en 2016. Este es un proyecto multidiciplinario que reúne a 12 líderes espirituales de diferentes credos, filosofías y culturas del mundo. Con el apoyo de ONU.
Todas sus obras tienen un punto de partida, la fotografía, su «principal aliada», ya que según Herbstein, le fue dada como medio de expresión, por la que afirma estar eternamente agradecida. ■