Es muy difícil reunir en un solo espacio la originalidad de Vincent Van Gogh, los trazos de Claude Monet, los históricos paisajes de William Turner o las coloridas pinceladas de Paul Cézanne. Difícil, pero no imposible. De hecho, el Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid) expone, desde el pasado mes de febrero, una colección única que aglutina obras pertenecientes a la corriente impresionista, desde sus inicios en el siglo XVIII hasta su posterior etapa, principios del siglo XX, punto de partida de las nuevas líneas expresionistas que derivan en el expresionismo y en el cubismo. La característica común entre las obras seleccionadas no es otra que el óleo al aire libre, un género menos conocido por los autores hasta ese momento. Si bien en el siglo XVIII esta práctica se desarrollaba en el interior del estudio, la pintura paisajística revolucionó las tendencias del siglo XIX: los artistas comenzaron a reflejar exactamente lo que veían en el exterior y no se limitaban a dibujar lo que recordaban o imaginaban. Así, se dejó a un lado la representación de lugares mitológicos, bíblicos o heroicos y se enfrentaron, pincel en mano, a representar la realidad.
CLAUDE MONET. Acantilado y Porte d’Aval con mal tiempo, 1891.
De Corot a Van Gogh es el nombre de esta exposición, que apunta a la transición de las distintas épocas que se reflejan a lo largo del recorrido. Dividido en distintas salas, la muestra permite descubrir hasta 113 verdaderas obras de arte de los artistas más relevantes de estos siglos: William Turner, John Constable, Camille Corot, Jean-Jaques Rousseau, Gustave Courbet, Charles-François Daubigny, Claude Monet, Alfred Sisley, Auguste Renoir, Georges-Pierre Seurat, Vincent Van Gogh y Paul Cézanne, entre otros.
Cronológicamente, los primeros paisajistas, en el sentido más estricto, surgieron a finales del siglo XVIII, aunque sus obras fueron entonces consideradas “menores”. A partir de 1820 el francés Camille Corot y el inglés John Constable convirtieron este paisajismo en la parte más importante de su producción. El famoso Bosque de Fontainebleau fue la inspiración para muchos de estos pintores, incluso durante varias generaciones: los neoclásicos y la más tardía Escuela de Barbizon (1830-1870), de la que formaron parte los fundadores del realismo pictórico francés, en contraposición al romanticismo reinante hasta el momento. Sus iconos: Théodore Rousseau, Jean-Baptiste Camille Corot y Charles-François Daubigny.
JOHN CONSTABLE. Tormenta de lluvia sobre el mar, c. 1824-1828.
La pintura al aire libre, de este modo, continuó su expansión y se convirtió en el centro del debate artístico de la ciudad, y dando lugar en ella al siglo del impresionismo por excelencia: París en el siglo XIX. Es entonces cuando los pintores más sobresalientes de esta época, tan decisiva para la historia de la pintura, regalaron al mundo sus obras más reconocidas a nivel mundial. Los atardeceres a orillas del río Epte de Monet, el colorido del otoño en el río Sena de Sisley y la agitada “Marea Baja” de Renoir pasaron de ser un estudio de la naturaleza a ser reconocidas como “obras definitivas”. Además, abrieron paso a las corrientes venideras de las tendencias impresionistas hasta alcanzar la estética expresiva del Hospital en Saint Rémy de Vincent Van Gogh, e incluso la peculiar utilización del color y los trazos de las obras del alemán Emil Nolde.
Cada una de las salas que componen la exposición están dedicadas a una parte de la naturaleza que captó la atención de estos genios. Desde el mar, el recién citado Bosque de Fontainebleau, la montaña, los riachuelos, las cascadas, ríos y arroyos; las rocas, los árboles y plantas, el cielo y las nubes, y edificios (ruinas, azoteas y tejados) que se entremezclan con el paisaje y le otorgan un carácter pintoresco. Todos los cuadros, que llegan de puntos tan dispares como Boston (EEUU), Viena (Austria), París (Francia) o Martigny (Suiza) y de numerosas colecciones privadas, están al alcance del curioso, del amante de la pintura paisajística y de los mejores representantes del impresionismo y expresionismo internacional.
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
MUSEO THYSSEN‐BORNEMISZA
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid.
Horario: de martes a domingo, de 10.00 a 19.00 horas.
Sábados, de 10.00 a 21.00 horas.
Último pase una hora antes del cierre.
TARIFAS
Exposición temporal
Entrada general: 10 €
Entrada reducida: 6 € para mayores de 65 años, pensionistas, estudiantes previa acreditación y familias numerosas.
Entrada gratuita: Menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo.
Exposición temporal + Colección Permanente
Entrada general: 15 €
Entrada reducida: 8 € Entrada gratuita: menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo.
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del Museo y en el 902 760 511.
Más información: www.museothyssen.org
Audio‐guía, disponible en varios idiomas.