Marina Abramovic (Belgrado, 1946), artista pionera del arte del performance desde la década del 70, utiliza su cuerpo para provocar emociones en el espectador, que a su vez se convierte en pieza clave de su obra.
La artista empieza a recoger los frutos de su arte por tanto tiempo ignorado. Como con este documental, Marina Abramovic: The Artist is Present, película dirigida por Mateo Akers, que se ha presentado este verano en Nueva York, Miami y Los Ángeles y seguirá en cartelera por todo el mundo en los próximos meses. Durante una hora y cuarenta y cinco minutos el documental exponea los preparativos y las incidencias de su presentación que bajo el mismo título tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en el 2010
Durante noventa días consecutivos cientos de miles de personas observaron a la artista serbia permanecer sentada en un salón del MoMA mientras personas del público se sentaron delante de la silla que ocupaba Marina Abramovic en silencio, y la miraron, la observaron, entraron en su aura y la dejaron entrar en la propia.
Momento crítico del film es, sin dudas, la estancia frente a su silla del artista alemán Ulay, con quien iniciara su trabajo artístico y sus primeros experimentos. Entre 1975 y hasta 1988 fueron amantes y trabajaron en conjunto. La desilusión amorosa los separó y no volvieron a verse hasta sentarse en la silla del MoMA y mirarse frente a frente.
¿Le cuesta al hombre contemporáneo vivir y sentir sus emociones? Probablemente por eso cuando el espectador se encuentra frente a Abramovic sufre una transformación. ¿Qué busca Marina Abramovic en los ojos de tantas personas? O mejor, ¿Qué ha encontrado? Parece ser que la dualidad, por eso nos impresiona tanto. ■