Daniel Brush nació en 1947 en Cleveland, donde sus padres llevaban un negocio de ropa de niños. Descubrió que quería ser artista a los 13 años, cuando su madre le llevó a Londres al Victoria and Albert Museum. A raíz de ese viaje convenció a sus padres para que le llevasen a clases de arte en su Cleveland natal.
Después de estudiar en la escuela de arte Carnegie Institute of Technology, en Pittsburgh, donde conoció a su mujer Olivia, de la que desde entonces no se ha separado, consiguió un trabajo como profesor de arte en la prestigiosa universidad de Georgetown y empezó a exhibir su trabajo en Museos de Washington.
En los años 70 y a la edad de 23 años, se enfrenta por primera vez a la popularidad tras una exhibición de su obra abstracta en la Phillips Collection, donde vendió prácticamente todas sus piezas. Fue tal el shock que le provocó la fama inesperada, que se dedicó a comprar de nuevo su obra vendida y la destruyó en su totalidad.
Se trasladó con su mujer a Nueva York en 1978 y es en Manhattan donde el artista ha desarrollado su carrera y donde él mismo ha declarado se encuentra cómodo, en su ambiente y el lugar en el que consigue desarrollar plenamente su obra, a pesar de los ruidos y el ajetreo de la Gran Manzana.
Pero no sólo la obra de Brush ha causado admiración a lo largo de lo años. Su personalidad intrigante y su forma de vivir, en cierta manera monjil en la ciudad que se considera el centro del mundo, ha sido algo continuamente comentado en lo círculos artísticos. Poco amigo de dar entrevistas ni de relacionarse socialmente, Brush es uno de los pocos artistas que actualmente mantienen una relación directa con el comprador de su obra. Es en cierta manera todo lo opuesto a lo que ahora se identifica con un artista.
DANIEL BRUSH. Largest Dome. 1996-8. Acero, oro puro. / Foto: John Bigelow Taylor.
Pese a estar más de cuatro décadas haciendo arte, nunca ha tenido un representante y dice que nunca lo tendrá. Las relaciones con los coleccionistas de su obras son directas y él mismo es quien cierra el acuerdo de la venta de sus piezas.
Es en su casa del Distrito de Flatiron de Manhattan donde Brush puede pasar días, meses o incluso años sin salir, concentrándose únicamente en sus pasiones: la lectura de poesía, filosofía y tratados de ingeniería, escribir y su trabajo como artista. Su loft del West de la calle 24, que adquirió poco después de llegar a la ciudad por $25.000, está lleno de todas las máquinas e instrumentos que necesita para poder llevar a cabo su obra y su único contacto con el mundo exterior puede limitarse durante meses o incluso años a recoger los paquetes de mensajería con sus materiales o a contestar las llamadas de teléfono de sus coleccionistas. Lleva una vida rutinaria, realizando siempre el mismo desayuno a base de Cheerios y comiendo siempre su sopa de guisantes, y todo ello para que ni el mundo exterior ni las cosas diarias le distraiga de su arte.
Él mismo es quien se encarga de comprar, derretir y dar forma al oro y metales que utiliza para sus piezas, siguiendo para ello las más complejas y rudimentarias técnicas y todo por sí mismo, puesto que nunca ha contratado a nadie para que le asista.
DANIEL BRUSH.
→ 1. Gold Heart. 2003. Acero, oro puro. / Foto: Takaaki Matsumoto.
→ 2. Engagement Ring. 2011. Aluminio puro, dos piezas de diamantes, dimensiones variables. / Foto: Takaaki Matsumoto.
Su única ayudante, su esposa Olivia, se ha convertido en su apoyo a lo largo de todos estos años junto al único hijo del matrimonio, Silla.
Debido seguramente a su forma poco convencional de promocionar y vender su arte, entre los años 1978 un 1996 no más de una docena de personas compraron su obra. Seguía sin poder aceptar las consecuencias de la fama y, durante más de una década, se aisló por completo del mundo exterior, cerró sus puertas y nadie pudo acceder a su obra. Comienza a derretir sus obras originales y crea con ello obras nuevas.
En 1998 y publicado por Abrams, sale a la luz un libro sobre el trabajo de Brush y en la Renwick Gallery, parte del Smithsonian American Art Museum, se muestran alguna de sus piezas realizadas en oro. A raíz de entonces abre de nuevo el acceso a su obra a los coleccionistas.
Considerado por muchos críticos uno de los mejores artistas que en la actualidad trabajan con metal, cuenta con admiradores de su trabajo que son los que han ido coleccionando su obra con los años y tratando al artista personalmente. Entre los amantes de su obra se encuentran François Curiel, presidente de Christie’s Asia; el neurólogo Oliver Sacks; la coleccionista de San Francisco Marsha Garces Williams, ex mujer del actor Robin Williams y que posee más de 10 piezas de Brush y el profesor y reputado crítico de arte americano Donald Kuspit.
DANIEL BRUSH. Bunny Bangle, 1988-1992. Baquelita, oro puro, diamantes rosados, rubíes. / Foto: John Bigelow Taylor.
El hecho de que Brush haya accedido a que su obra se exhiba en el Museum of Art and Design es para muchos un misterio. Brush comentó que un importante museo le ofreció comprar parte de su obra y que él se negó. Y es que el artista no tiene absoluto interés en el valor comercial de su obra ni en el valor monetario de los materiales que utiliza. Aprecia los materiales por su valor intrínseco, el oro para él es maravilloso en el momento en que se derrite y los diamantes rosas tienen una belleza sin igual.
Es por ello por lo que esta exhibición ha visto la luz, porque el comisario de la exhibición en el MAD, David Revere McFadden y la propia directora del Museo, Holly Hotchner, son también admiradores de la obra de Brush. Admiran cómo el artista explora los materiales hasta el límite, como trabaja el metal con el máximo detalle, como si fuese papel o madera. Van más allá del valor económico de su obra y lo que es más importante, admiran a Brush como persona.
La exhibición en el MAD supone que por primera vez el público en general pueda apreciar el innegable y meticuloso arte de Brush. Es una selección excepcional de su obra en sus diferente variantes, desde dibujos y bocetos, pasando por esculturas de oro y acero, joyería hecha de aluminio, plástico o piedras preciosas.
Es su faceta como joyero la que para muchos es la más atrayente. De hecho, casas como la exclusiva Van Cleef & Arpels, Siegelson o Christie’s han dado fondos para que la exhibición sea posible, junto al apoyo de coleccionistas privados que quieren estar en el anonimato. Pero, para Brush, sus joyas son una forma de expresión, no las realiza con la intención de que se lleven puestas.
De todas las piezas de la exhibición, la más impactante y llena de valor sentimental para Brush es Loose Threads, realizada entre 2007-2009 a base de 176 piezas de acero inoxidable y diamantes. La inspiración le llegó de un hilo que, por la electricidad estática, se había quedado en el jersey de Olivia, añadiendo con los años más hilos de diamantes a la pieza hasta llegar a los 176.
DANIEL BRUSH. Loose Threads. (Detail). 2007-9. 176 partes, dimensiones variables. / Photo: Takaaki Matsumoto.
Brush continuará encerrado en su loft, trabajando los metales y aislado de todo lo que le rodea, a pesar de que gracias a ésta exhibición su capacidad creativa pueda ser apreciada y valorada con profundidad. ■
FOTOS
Largest Dome. Foto: John Bigelow Taylor.
Gold Heart. Foto: Takaaki Matsumoto.
Ring. Foto: Takaaki Matsumoto.
Bunny Bangle. Foto: John Bigelow Taylor.