El cambio, la transformación y el poder de lo intangible: estos son algunos de los temas centrales de la 31ª Bienal de São Paulo, que se celebrará en esta megalópolis brasileña del 6 de septiembre al 7 de diciembre del 2014. Los organizadores del evento han hecho especial hincapié en la educación y nos invitan a sacar provecho de la exposición y enfrentarnos a ella como un desafío intelectual, para iluminar nuestras relaciones sociales e imaginar un mundo en el que los viejos esquemas ya no encajan.
Fundada en 1951, la de São Paulo es la segunda bienal más antigua del mundo después de la Bienal de Venecia y atrae a más de 500.000 amantes del arte a su sede: el Pabellón Ciccillo Matarazzo, diseñado por el genial arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.
El título de este año “Cómo (…) las cosas que no existen” no es ni una pregunta ni una propuesta, sino una invocación poética del poder transformador del arte para reflexionar y actuar en relación con la vida, el poder y la fe en un mundo en constante cambio. Nos corresponde a nosotros llenar el espacio en blanco con el verbo de nuestra elección, pero esas “cosas que no existen” podrían y serían posibles a través de las acciones e intervenciones presentadas en la Bienal como afirmaciones, negaciones o advertencias.
La Bienal se ocupará también de la confluencia de nuestras crisis políticas, sociales, religiosas, económicas o ecológicas en lo que los curadores han llamado una etapa de “cambio”, es decir, la comunicación y la influencia entre individuos con diferentes valores compartidos, perspectivas históricas contradictorias, relaciones internacionales sin resolver y deseos de una sociedad diferente.
EDWARD KRASINSKI. Lanza, (1963-1964).
Cabe destacar la introducción en la literatura de la Bienal del término “proyecto”, cuyo objetivo es crear una distancia entre la idea tradicional de obras de arte autónomas, creadas en un estudio y por un solo artista. Según Louis Terepins, presidente de la Fundación de la Bienal de São Paulo, “mediante el uso de esta palabra, podemos introducir una gama más amplia de prácticas culturales contemporáneas e incluir a personas que trabajan en otras disciplinas, tales como educadores, sociólogos, arquitectos y actores. Cada proyecto es una contribución independiente, pero podría consistir en muchas obras de autoría individual o colectiva”.
Este año, la Bienal presentará 81 proyectos de más de 100 artistas y 250 obras de arte. El equipo curatorial, dirigido por Charles Esche, director del Museo Van Abbemuseum de Eindhoven, en los Países Bajos, incluye a Galit Eilat, curador de investigación en el Van Abbemuseum y director fundador del Centro Israelí de Arte Digital en Holon; Pablo Lafuente, curador adjunto de la Oficina de Arte Contemporáneo de Noruega en Oslo; Nuria Enguita Mayo, coeditora de Afterall; y Oren Sagiv, profesor de arquitectura en la Academia Bezalel de Arte y Diseño en Jerusalén. Los curadores asociados Benjamin Seroussi, director de cine residente en París, y la crítica de arte brasileña Luiza Proença, completan al equipo.
Después de muchos años exhibiendo principalmente obras de artistas brasileños y latinoamericanos en general, la presencia de Charles Esche como comisario anuncia una diversificación de alcance geopolítico de la Bienal de este año. Entre los artistas que presentan en esta ocasión están Yochai Avrahami (Israel), Voluspa Jarpa (Chile), Tony Chakar (Líbano), Teresa Lanceta (España), Prabhakar Pachpute (India), Lázaro Saavedra (Cuba) y muchos otros. Aquí encontrará la lista completa de los artistas y proyectos participantes.
ARTHUR SCOVINO. Helecho Caboclo (El Caboclo of the Aflitos), 2014.
Coincidiendo con los primeros días de la Bienal de Sao Paulo, Río de Janeiro celebra su Feria de Arte Moderno y Contemporáneo, ArtRio. Pero las propuestas de ambos eventos son muy diferentes. En ArtRio, el ilustre patrimonio modernista de Brasil es exaltado, mientras que la Bienal de São Paulo se aleja de los movimientos de la posguerra, pues según sus organizadores, “ya no son representativos de la vida actual”. Por eso, han optado por “una jerarquía diferente de fuentes e inspiraciones que reconoce las posibilidades en el tiempo pre moderno y el no-moderno, o en la cultura espiritual y popular, para ofrecer diversas lecturas de la actualidad”.
Estos dos eventos de clase mundial pueden parecer conceptualmente contradictorios, pero el hecho es que se complementan en todos los sentidos. Uno defiende el país y el legado artístico del continente, mientras que el otro mira hacia el futuro y el exterior. Tal parece que los brasileños han encontrado un coro de voces que se unen para proclamar la evolución del país como una potencia emergente, tanto en lo artístico como en lo económico y lo social.
Vivimos en un mundo complicado y el arte es un foro donde tratamos temas de separación, división y desesperación. Como señala Terepins en su carta de presentación a los artistas e invitados: “Esperamos que todos los que entren en contacto con la Bienal acepten acompañarnos durante un viaje para explorar estas posibilidades, antes de tomar sus propios caminos individuales y colectivos, y llevarse algo nuevo con ellos”. Esas “Cosas que no existen” podrían ser forzadas a existir. De esta forma, contribuimos a crear una visión diferente del mundo. Probablemente ésta sea, después de todo, la capacidad fundamental del arte en sí mismo. ■