La Fundación Cartier de Arte Contemporáneo, un prestigioso centro de arte de la capital francesa, acoge en una de sus salas una exposición que rinde homenaje al espíritu creativo de la República Democrática del Congo.
Jean Depara, Untitled, c. 1955-1965.
La muestra, titulada Beauté Congo (La belleza del Congo) ha tenido tanto éxito que se extenderá hasta el 10 de enero del 2016. Aunque se centra principalmente en la pintura, también incluye la escultura, la fotografía, las tiras cómicas y la música creada durante 89 años (entre 1926 y 2015) en esta vibrante nación centroafricana por varias generaciones de artistas. 41 creadores exploran diversas facetas del arte congoleño moderno a través de las trescientas cincuenta obras expuestas, que a menudo representan tributos a figuras políticas, momentos históricos y eventos sociales.
Entre los artistas que participan en la exposición se encuentran JP Mika, quien demuestra afición por los colores vibrantes; Modo Muntu, cuyas primeras obras datan de 1954, y Cheri Samba, una admirada artista africana contemporánea. «Mis pinturas, como las de mis colegas, abordan asuntos como la educación, la moral, la política y la vida cotidiana», comentó Samba. «Estoy a favor de un estilo directo para transmitir mensajes que hablan a todos”.
La exposición toma como punto de partida el nacimiento de la pintura moderna congoleña en la década de 1920. En ese momento, el Congo era una colonia belga y Georges Thiry, un administrador colonial, se encariñó con las chozas tradicionales decoradas por Albert y Antoinette Lubaki y otros artistas, como Djilatendo.
Thiry les animó entonces a crear arte en papel y se comprometió a entregarles personalmente los materiales necesarios. Sin embargo, los Lubakis eligieron materiales que se encuentran en la naturaleza de aquellas tierras, como pieles de animales y hojas, mientras Djilatendo se volcó en patrones geométricos.
1. Ilunga, Untitled, c. 1950.
2. Monsengo Shula, Ata Ndele Mokili Ekobaluka (Tôt ou tard le monde changera), 2014.
3. Pilipili Mulongoy.
La exposición documenta además el nacimiento, en la década de 1940, del Atelier du Hangar, un taller de arte fundado por el pintor francés Pierre Romain-Desfossés en el que artistas como Mwenze Kibwanga y Pilipili Mulongoy crearon obras de diferentes estilos. La exposición ilustra claramente el auge de la fotografía en las décadas de 1950 y 60 con imágenes inspiradas en la animada vida nocturna de la capital del país, Kinshasa, una de las ciudades más pobladas de África.
Por otro lado, como parte del nuevo milenio muestra artistas no convencionales como Pathy Tshindele y Kura Shomali, quienes rechazaron las normas y límites establecidos por la Academia de Bellas Artes de Kinshasa. Un detalle muy interesante es que durante el paseo por la exposición se puede escuchar música bailable, rumba, jazz, soul y rap, lo que demuestra el importante papel que ha desempeñado la música en la sociedad congoleña. En base a esto, el programa Noches Nómadas de la fundación patrocinará, como parte de esta exhibición, los eventos que destacan la música contemporánea y la danza del Congo.
El principal curador de la exposición, André Magnin, tiene vínculos especiales con la República Democrática del Congo, a donde ha estado viajando desde la década de 1980, logrando establecer importantes relaciones con los principales artistas del país y compartiendo sus obras con el mundo. «Me llamó la atención la libertad, la variedad, el humor y la belleza de las pinturas que desfilaban ante mis ojos. En África, sólo el Congo podría inspirar una sensualidad radical tan emocionante», opinó.
La Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo fue creada en 1984 por Alain Dominique Perrin, presidente en aquel entonces de la renombrada firma francesa de joyería. Ubicada en el 261 Boulevard Raspail en el distrito 14 de París, la organización ha mostrado un continuo compromiso con el arte contemporáneo africano, que aún no está suficientemente representado en los museos occidentales. Antes de La Belleza del Congo, la fundación trajo muestras individuales como Bodys Isek Kingelez, en 1999, y J’aime Chéri Samba, en el 2004, así como exposiciones colectivas: Un Arte Popular, en el 2001, y Histoires de voir, Show and Tell en el 2012. ■