La pasión y el orgullo que siente por su país son genuinos, y ni las crisis políticas y sociales que éste atraviesa han logrado empañar su fe en él, su meta de dar a conocer su Brasil soñado. “Nací en un país bendecido por Dios con la naturaleza más bella del planeta, como describen escritores y poetas de todo el mundo. Tenemos playas paradisiacas, el hermosísimo pantanal Mato Grosso, la capital más moderna del mundo, Brasilia, considerada un museo abierto de Óscar Niemeyer; una selva, flora y fauna fuera de lo común y… ¡Nuestra gente!, ¡Lo más lindo de todo!”, comenta. “Pero pocos conocen el grandioso tesoro de nuestra naturaleza, y mi meta es convertir a Brasil en la meca del ecoturismo mundial”, añade.
Marco vive en Brasilia, en un precioso apartamento de paredes color azul lavanda decorado con grandes sofás de cuero blanco, adornos de cristal y acero, un auténtico vergel de plantas tropicales (con las que suele conversar a diario) y, por supuesto, el “árbol de la felicidad” y la espada de San Jorge, elementos que suelen verse a la entrada de muchos hogares brasileños para asegurarse protección y buena fortuna. Tiene además otra casa en Salvador y en el interior del estado de Bahía, en medio de un bosque de un verdor deslumbrante, una maravillosa finca de cacao y ganado rodeada de jacarandás.
Siente auténtica devoción por su familia, que describe como su mejor escuela, su fuente de luz divina y de amor incondicional: Hildete de Britto Lomanto, su madre, y Antonio Lomanto Jr., su padre, la persona que más ha influido en su vida y uno de los políticos más venerados de su país (fue diputado estatal, senador de la República y gobernador de Bahía), quien falleció en el 2015 dejando cinco hijos: Antonio, Leur (7 veces diputado federal), Lilian, Tadeu y Marco.
A los 16 años, sus padres lo enviaron a estudiar al High-School de Scotsville en Michigan, Estados Unidos, como parte de un intercambio estudiantil. Allí vivió un año con una familia maravillosa, los Stieltra, con los que aún mantiene contacto, hizo grandes amigos y, sobre todo, “abrió sus alas”. En 1987, ya graduado, decidió irse a estudiar Ciencias Políticas y Relaciones Gubernamentales a La Sorbonne en Paris y, mientras hacía una pasantía en una organización que negociaba una promoción de Brasil, se dio cuenta de lo importante que es saber presentar adecuadamente un país para promocionarlo efectivamente. Y descubrió su gran pasión: el turismo, así que decidió quedarse cinco años más en Paris estudiando Comunicaciones, Marketing y Relaciones Internacionales, antes de regresar definitivamente a casa.
“Vivir en el exterior fue una experiencia maravillosa que me cambió para siempre. La convivencia con otras culturas expandió mis horizontes y me sacó de mi “zona de confort”. Abracé lo diferente y comprendí el fenómeno de la globalización que está cambiando radicalmente nuestro planeta”, explica. “Pero siempre supe que regresaría a Brasil. Es mi hogar. Aquí están mi familia y mis amigos, mis propiedades, mi historia.
Su “rescate” es la misión de mi vida”, confiesa. “Cuando no estoy en Brasil, añoro inmensamente mi familia, su clima maravilloso, las tardes en el Yate Clube de Bahía, los paseos en yate o en lancha por la Bahía de Todos Os Santos y sus islas, con sus aguas cristalinas y playas de ensueño. ¡Ah!, y esa alegría tan contagiosa y hospitalaria del brasileño” añade.
Tan orgulloso se siente del pantanal Mato Grosso como de Bonito, en el altiplano central de Brasil, maravillosa zona para bucear en cuevas absolutamente mágicas de aguas fluviales llenas de peces y flores de los colores más intensos que se puedan imaginar.
Sin embargo, su lugar favorito de todo Brasil es Trabanco. “Donde nació Brasil”, aclara. Es el punto exacto, en la Costa del Descubrimiento, donde el explorador portugués Pedro Alvares Cabral puso pie por vez primera en tierra brasileña el 22 de abril de 1583, tomándola a nombre de Portugal. “Es un lugar de ensueño. Tiene pura energía contagiosa. Es mi lugar preferido para pasar Fin de Año y ver salir los primeros rayos de sol del nuevo año en mi patria”. ■