Difícilmente encontremos en la actualidad una obra artística tan afín a la identidad del urbanita y tan compatible al gusto millenial como la del artista francés Guillaume Bottazzi.
Conocido desde 1992 por sus trabajos a gran escala en espacios públicos de importantes ciudades, el delicado discurso de Bottazzi representa un apacible retorno a los cánones tradicionales de formas y colores tras las sucesivas refriegas contraculturales que entrañó la irrupción del posmodernismo. Sus intervenciones en exteriores se integran coherentemente al acento local de cada ambiente elegido. La cálida interactuación del proyecto artístico con el ojo público lo convierte en un evento sensorial que revoluciona la significación del entorno urbano para quien lo habita o lo transita día a día.
Sus superficies y volumetrías, en las que el roce tangencial del diseño aleja del vuelo creativo cualquier posibilidad de caos, provocan en el espectador un estado de laxitud que contrarresta las turbulencias de la vida citadina. La abstracción lúdica de Bottazzi, con esa sensación de infinitud en la que la armonía de colores realza las formas caprichosas y la destreza logra sorprendentes transparencias, viaja inevitablemente a través de la retina hasta generar zonas de confort en la psiquis del receptor.
Justamente, atendiendo a esas razones que han hecho tan popular la producción artística del francés, es que la prestigiosa Galería Artiscope de Bruselas ha decidido organizar la muestra personal Guillaume Bottazzi – Free creations 2016, que permitirá al público a acercarse aún más al arte del talentoso pintor a través de 12 de sus obras más recientes.
La exhibición, que abre el 3 de octubre, ha creado amplias expectativas. No es para menos, si se tiene en cuenta la repercusión alcanzada por el imaginario del pintor en la escena urbana. La sensualidad de sus imágenes etéreas apoderándose de muros, edificios y autobuses han logrado un efecto restaurador, animando la vida de las comunidades y estimulando la percepción creativa del ciudadano.
Guillaume Bottazzi nació en 1971 y fue a la edad de 17 años que decidió dedicarse por completo a las artes visuales. Hizo estudios en Florencia, Italia, y de regreso a Francia recibió de la Dirección de Asuntos Culturales soporte financiero para montar un atelier. A partir de entonces ha concebido más de 40 intervenciones en espacios públicos, además de que su obra ha recorrido el Viejo Continente, Asia y Estados Unidos.
En 2004, el artista fijó residencia en Japón e, indudablemente, el contacto con el nuevo contexto cultural lo marcó definitivamente a través de la influencia del minimalismo del diseño oriental, que se deja ver en sus propuestas, y de nuevas concepciones filosóficas sobre la vida que se convirtieron en fuentes de inspiración en su quehacer artístico.
La relación de Bottazzi con la galería Artiscope ha sido decisiva para la difusión de su obra. La institución belga, especializada en artistas americanos y europeos, ha introducido autores en el escenario artístico que se convertirían luego en protagonistas de la vida cultural, y cito ejemplos como Alighiero Boetti, Giuseppe Penone y Michelangelo Pistoletto, precursores del Arte Povera, o Sandro Chia, Enzo Cucchi y Mimmo Paladino, representantes fundamentales del movimiento de la Transvanguardia europea.
La muestra de Botazzi en Artiscope se extenderá hasta el 29 de octubre. ■