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El planeta ha sido totalmente cubierto por los océanos debido al derretimiento de los casquetes polares. La humanidad se concentra en pequeñas islas artificiales y atesora en sus sueños una mítica y elusiva tierra firme. En líneas generales, es el argumento de la película Waterworld, personificada por Kevin Costner.
Menos dramático y basado en la pericia de un equipo global y diverso de biólogos marinos, ingenieros náuticos, acuicultores, abogados marítimos, investigadores médicos, personal de seguridad, inversionistas, ambientalistas y artistas, se afianza el proyecto de ciudades flotantes del Instituto Seasteading. El instituto fue fundado en 2008 por el activista, ingeniero de software y teórico económico político Patri Friedman, nieto del economista ganador del premio Nobel Milton Friedman, y el empresario de tecnología, inversionista y filántropo Peter Thiel.
El Proyecto MARIN
El concepto no es una utopía, ya que la historia moderna de los Países Bajos indica su factibilidad. La expansión holandesa hacia el mar se concretó en base a la investigación y a una excelsa ingeniería dedicada a la recuperación de tierras inundables mediante diques y complejos sistemas hidráulicos. En la actualidad, su Instituto Marítimo de Investigación de los Países Bajos (MARIN), avanza en los ensayos de su proyecto de islas flotantes artificiales.
El Proyecto MARIN considera construir grandes módulos triangulares conectados entre sí. El sistema permite crear islas de hasta 5 kilómetros de ancho para albergar hogares, espacios y servicios públicos, muelles, instalaciones productivas y sistemas autosuficientes de energías renovables eólica, solar y mareomotriz. Aún restan estudios y ensayos respecto a su resistencia a la fuerza de las mareas y anclaje al fondo marino para realizar los primeros desplazamientos en el mar.
Oportunidad para inversores
En la medida que las consecuencias del cambio climático continúen acelerándose, la opción de ciudades flotantes se hace cada vez más factible. Más allá de los grandes emprendimientos, proliferan estudios de arquitectura e inversores como el Waterstudio, creado por el arquitecto Koen Olthuis en Holanda, que planea islas flotantes de 1.000 metros cuadrados conteniendo residencias, playa y vegetación natural a situar en Maldivas. En el estudio sostienen que estas islas tienen la misma estabilidad que una isla natural, aunque flotan como barcos y están hechas con cascos de hormigón. Son auto suficientes en cuanto a producir su propia electricidad, gracias a células solares flotantes y cuentan con un sistema de tratamiento de aguas.
El arquitecto Olthuis plantea que a la hora de diseñar y construir proyectos sobre el agua es importante tener en cuenta la estabilidad, el mantenimiento, la autorización y seguro en la zona pero, sobre todo, capacitar a los contratistas locales para mantener los precios en un nivel que no supere el 10% o 15% sobre los desarrollos regulares. En este sentido, la logística puede hacer la diferencia, y señala que lo ideal es construir en un astillero y botar el edificio completo o isla en su destino.
En la actualidad, hay alrededor de 3,000 casas flotantes en los canales de Londres, y son casi 2.500 las familias que viven en casas flotantes a lo largo de los más de 4.400 kilómetros de ríos navegables, canales y lagos de Holanda. El arquitecto Jorrit Houwert, socio fundador del despacho holandés +31Architects, especializado en diseño y construcción de casas flotantes, considera que ese tipo de viviendas pueden llegar a costar lo mismo que una vivienda terrestre.
La solución en grande
El crecimiento anárquico y sin planificación del sistema de viviendas flotantes individuales plantea serias reservas en lo referente al tratamiento de desechos, provisión de energía y servicios, entre otras dificultades. La solución de las viviendas flotantes estaría en los proyectos de ciudades autosuficientes como el MARIN o del Instituto Seasteading, que aseguran una correcta relación entre generación de energía, procesamiento de desechos y adecuada calidad de vida a orillas del mar. ■