El papel pintado de toda la vida, ese que nos recordaba tanto la casa de nuestros abuelos, ha dejado paso a los modernos y sofisticados foto-murales con escenas y texturas que decoran con elegancia una pared. Pero si el decorado viene de la mano del artista y diseñador Carl Robinson, un simple salón puede convertirse en toda una galería de arte. Las nuevas gamas de papeles pintados del siglo XXI prometen una técnica sencilla de colocación y un resultado excelente, todo un arte del que Carl Robinson es un maestro, con su sello inconfundible de modernidad y estilo.
Este artista, hijo y nieto de diseñadores, lleva el oficio en las venas. “Creo que hay algo en los genes, en la sangre”, dice. Desde niño Robinson sintió fascinación por los diseños y los libros que traía su padre a casa, y adoraba visitar su oficina, donde apreciaba de cerca ese mundo de fantasía y colores que tanto adoraba.
Como era de esperar, el joven Robinson empezó su carrera junto a su progenitor, luego pasó por Burlington Wallcoverings y Graham & Brown, en Inglaterra, y en el año 2000 se convirtió en consultor de Wallquest Inc., una de las empresas de papel pintado más innovadoras del mundo. Desde el 2003, Robinson trabaja exclusivamente para esta compañía y en la actualidad es su director artístico y creativo.
“Amo lo que hago”, afirma el diseñador. “Desde una perspectiva de negocio, lo más satisfactorio es tener encargos. Esto significa que la gente está interesada en lo que has creado, que les gusta. Y cuando caminas por una tienda y hay muchos rollos de papel, rollos con patrones que tú diseñaste, sientes entonces que has creado algo especial”.
El diseñador afirma sentirse satisfecho con la posición de liderazgo que ha alcanzado en Wallquest Inc., un negocio familiar en el que confiesa que lo tratan como a un hijo. “Si tenemos una idea, podemos perseguirla. Sólo tener esa libertad es muy importante”, afirma Robinson.
Desde el año 2015, Robinson diseña en personal una línea especial de empapelados de lujo que llevan su nombre. Para la primera edición, el artista trabajó durante un año, y en ella volcó su experiencia de 25 años en la industria del papel y del diseño. Esta nueva marca obtuvo un éxito inmediato y para su cuarta edición, el catalogo ya contaba con más de 30 murales que captaban la belleza de paisajes cotidianos con detalles y objetos del mundo que nos rodea, a la vez que plasmaban objetos de diseño de épocas pasadas. Robinson ha declara en repetidas ocasiones que suele encontrar su inspiración en objetos simples como los colores de los metales oxidados, en la simplicidad gráfica de la rueda de una bicicleta, en el diseño poco refinado de una radio retro o en la estética industrial de una cámara fotográfica vintage.
Carl Robinson nos regala imágenes que nos susurran historias del pasado, recrea la belleza de la naturaleza y usa una paleta de colores que estimula los sentidos. Sus papeles pintados realzan nuestras paredes y las dotan de una nueva vida. Con su trabajo, este artista ha renovado una antigua tradición y convierte el papel pintado en una verdadera obra de arte. ■