El Museo de Arte Kimbell de Fort Worth, Texas, diseñado por Louis I. Kahn en 1972, tiene un valioso pabellón, creado en 2014 por el célebre arquitecto italiano Renzo Piano. El arquitecto es autor de destacados trabajos como el nuevo edificio del Museo Withney de Arte Americano de Nueva York, el Centro Paul Klee de Berna o la ampliación del High Museum of Art de Atlanta.
La lista de premios que ha recibido Piano es casi tan grande como la de sus creaciones: medalla de oro del RIBA (Real Instituto de Arquitectos Británicos) en 1989, Premio Kyoto en 1990, premio Pritzker de arquitectura en 1998 o la medalla de oro UIA (Unión Internacional de Arquitectos) del 2002, entre otros.
Simplicidad, ligereza, naturaleza, olmos y robles rojos. Así se muestran los casi 10.000 metros cuadrados del pabellón de Piano, que se erige como una expresión artística en sí construida de vidrio, hormigón y madera. Ubicado a menos de 60 metros del ala oeste del museo, con su silueta cicloide y abovedada creada por Kahn, se alza este nuevo pabellón de Renzo Piano. “Ni demasiado cerca ni demasiado lejos”, en palabras de su creador.
El aporte del diseño de Piano
Este pabellón tiene dos estructuras que se conectan por un pasillo acristalado. El frente, o ala este, ofrece al visitante una sensación de ingravidez, pues su techo de cristal parece estar flotando sobre las vigas de madera y los postes de hormigón. Unas estilizadas columnas cuadradas de hormigón pulido que flanquean la entrada principal y rodean tres lados del edificio, una fachada tripartita que articula el interior, un amplio corredor a la entrada y grandes galerías hacia el norte y hacia el sur, ayudan a crear una atmósfera de pureza y orden.
A Piano le fascinan los materiales y la magia que adquieren cuando se juntan, de ahí la combinación de elementos y líneas que, unida a otros factores intangibles como la luz, conforman un espacio de magia. Para él, la arquitectura tiene que ver con “la gente, la sociedad, la ciencia, la invención, la tecnología, la historia, el arte, y la belleza”. Por eso logra que quien entre en el museo se pierda en él y sea feliz por un instante.
El ala occidental está cobijada por un techo verde, y contiene una galería con una exposición de obras sensibles a la luz, tres estudios dedicados a la educación, una gran biblioteca con áreas de lectura, un auditorio con una acústica excelente y un aparcamiento subterráneo.
El auditorio, que se encuentra bajo el nivel del suelo, tiene 299 asientos reclinables y un espectacular telón de fondo que juega con la luz natural cambiante. “En su cálculo de la luz y los materiales, y en su dimensión humana, el pabellón ofrece un contrapunto del siglo XXI a la clásica obra maestra moderna de Kahn”, señala Eric M. Lee, director del museo.
La conexión entre las dos partes del museo
The New York Times ha descrito la relación de los dos museos como una “conversación civilizada a través de las edades”. Mientras que Piano habla de líneas rectas, Khan se expresa con curvas. Además, Piano, al situar su estructura frente a la de Khan, ha restablecido la primacía de la fachada oeste del museo y su entrada espectacular, variando la habitual tendencia de los visitantes de llegar a la puerta este, la cual Kahn consideraba como una entrada secundaria.
Como es habitual en los trabajos de Piano, la importancia de la luz es fundamental, hasta el punto de ser la gran protagonista que dicta los pasos del diseño. Tanto en el interior como en el exterior, el arquitecto italiano manipula la luz a través de muros o paredes biseladas.
“Con esta expansión, por primera vez, el Kimbell será capaz de mostrar la amplitud de su colección permanente, pequeña pero extraordinaria, mientras presenta al mismo tiempo una gran cantidad de exposiciones temporales”, comentó Lee en el momento en que se inauguró el Pabellón.
En la galería sur, hay muestras de arte europeo que abarcan pinturas de Miguel Ángel, Caravaggio, Poussin, Rembrandt y Boucher, y esculturas de Donatello, Bernini y Houdon.
La galería norte alberga excelentes muestras de arte precolombino y africano, mientras que la galería oeste se destaca por incorporar pinturas, esculturas y cerámicas de las colecciones del Museo de Arte Asiático de San Francisco.
La colección europea ha permanecido abierta hasta mediados de enero del 2014, después regresó a las galerías permanentes del museo en el edificio de Louis Kahn. En cambio, las galerías norte y oeste continuarán exhibiendo importantes muestras de arte asiático, precolombino y africano.
Actualmente, el museo tiene dos muestras temporales especiales, una de cuadros de Monet, ‘The late years’, que durará hasta el 15 de septiembre de 2019 y de Renoir, ‘The body , the senses’, que podrá disfrutarse hasta el 27 de octubre de 2019.
La joya arquitectónica de Renzo Piano, que dobla el espacio original del Museo de Arte Kimbell para albergar el creciente número de obras de su colección y los distintos programas que se han multiplicado en los últimos años, es sin duda un motivo de visita al museo. ■
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