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El Jardín Majorelle en Marrakech, Marruecos, tiene una historia fascinante detrás que pocos conocen y yo descubrí en un desfile de moda de Yves Saint Laurent. La colección de ropa era vibrante y me cautivó tanto que le pregunté al socio de la marca, Pierre Bergé, sobre la faceta colorista de este diseñador.
El cofundador y director estratégico de la icónica casa de diseño me miró como si le hubiera preguntado si el océano estaba hecho de agua. “Debes saber que Yves Saint Laurent es uno de los más grandes coloristas del siglo XX”, declaró con contundencia.
Eso no lo pongo en duda. Saint Laurent ha combinado el chartreuse (verde amarillo), el malva y el gris así como el rojo burdeos y el turquesa con maestría.
Una vida entre grandes obras de arte, tanto plásticas como literarias, sin duda ayudaron a moldear su talento. Sin embargo, Saint Laurent mismo afirma que donde realmente aprendió sobre el color fue en el Jardín Majorelle en Marrakech, Marruecos.
Viajes inspiradores a Majorelle
Bergé y Saint Laurent descubrieron los exóticos jardines Majorelle en 1966. Fue el comienzo de una serie de viajes a esta ciudad del norte de África que se caracterizaron por suntuosas reuniones con el jet-set y algunas fiestas extravagantes.
Con el tiempo, el Jardín Majorelle, ubicado en pleno centro de Marrakech, bajo un intenso cielo azul y rodeado de gruesas paredes tono índigo, se convirtió en una fuente de inspiración para los diseños más emblemáticos de la marca.
El jardín fue creado por el pintor francés Jacques Majorelle en 1923, después de casi cuatro décadas durante las cuales construyó, entre otras cosas, una fuente y albercas repletas de lirios flotantes junto a una casa estilo art déco morisco pintada en un distintivo color azul.
Además de pintor, Majorelle fue también un botánico dedicado. Adquirió con el tiempo cientos de variedades extrañas de árboles, plantas y flores exóticas. Las fue organizando a la luz y sombra de un camino central, y a los costados de diversos senderos serpenteantes. El artista consideraba que estos jardines eran su trabajo más impresionante.
Saint Laurent solía decir que había descubierto el poder del color en Marrakech gracias a Majorelle, pues antes diseñaba únicamente en blanco y negro.
Ellos vieron el gran valor del jardín
Bergé, en su libro Yves Saint Laurent, Une passion marocaine, narra cómo ellos se apropiaron del Jardín Majorelle poco tiempo después de descubrirlo: “Íbamos todos los días, nos familiarizamos mucho con el lugar. Permanecía vacío a pesar de estar abierto al público. Este oasis nos sedujo desde el primer minuto”, escribió. Las gruesas murallas del oasis crean un estruendoso silencio, una pausa del ruido y la actividad inagotable de la medina.
Con el tiempo, el descuido que sufrió el Jardín Majorelle provocó que se hablara de una potencial transición hacia la hotelería. Saint Laurent y Bergé se opusieron y compraron el jardín con la misión de restaurarlo respetando su versión original.
Trabajaron en conjunto con el paisajista estadounidense Madison Cox, muy cercano a ambos. De hecho, transformaron una de las casas en su propio hogar, la llamaron Villa Oasis. Era el lugar predilecto de Saint Laurent para diseñar sus colecciones.
Tras la muerte de la pareja, el Jardín Majorelle abrió al público, al igual que la casona azul estilo art déco que Bergé había convertido en un museo de la historia bereber en homenaje a las etnias autóctonas del norte de África. Allí se exhibe una colección de artefactos, joyas y disfraces tribales junto con algunos trabajos personales de Saint Laurent y Bergé.
El Majorelle es hoy uno de los lugares más concurridos de Marrakech gracias a su magia y belleza. Es un verdadero oasis inspirador en medio de la ciudad. ■
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