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Con una trayectoria profesional de más de 36 años en el diseño industrial, los hermanos brasileños Humberto y Fernando Campana están actualmente entre los diseñadores más reconocidos de América Latina. Algunas de sus piezas forman parte de las colecciones permanentes del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) y el Centro Pompidou de París y suelen realizar colaboraciones con prestigiosas firmas como Louis Vuitton, Lacoste, y H. Stern, así bien como importantes trabajos de remodelación en diversos proyectos de envergadura entre los que destaca la reforma integral del Cafe d’Horloge del Museo d’Orsay de París.
Pero volvamos la vista atrás y veamos cómo se desarrolló la carrera de estos notables diseñadores brasileños para así entender mejor su universo creativo, muy influenciado por el clima de efervescencia cultural que vivió la gran metrópoli de São Paulo en la década de 1980.
Los hermanos Campana comenzaron a trabajar juntos en 1983, año en el que inauguraron su propio estudio. Su primera exposición individual tuvo lugar seis años más tarde en la Galería Nucleon 8 de São Paulo con el título Desconfortáveis (Incómodos), en la que presentaron una colección de sillas de hierro que invitaba a reflexionar sobre la naturaleza del malestar y la incomodidad. Esta fue la primera señal de que en el trabajo de los Campana, la relación observador-objeto no sería en modo alguno convencional.
La muestra fue valorada positivamente por la crítica que destacó el espíritu innovador de la propuesta. Sin embargo, ésta no tuvo el éxito deseado. Hubo que esperar hasta 1991, cuando un elogioso artículo de la revista de arquitectura Domus sobre el trabajo de los hermanos brasileños llamó la atención de varias firmas de diseño europeas. Pronto los Campana comenzaron a colaborar con ellas y consiguieron la difusión internacional de su obra.
Una de esas compañías, la firma italiana Edra, fue la encargada de la fabricación y distribución de una de sus piezas más emblemáticas, la silla Vermelha (1993), que en la actualidad forma parte de la colección permanente del MoMa de Nueva York. “La silla Vermelha es un homenaje al caos, un retrato de Brasil que es un crisol de culturas y razas”, dice Humberto Campana. “Trato de manifestar esa idea en una especie de silla que es caótica en su propia construcción”.
Esta silla, construida con 500 metros de cuerda roja enrollada y trenzada a mano de manera imprecisa sobre una estructura de acero, fue uno de los diseños más celebrados de Projects 66, la exposición organizada por el MoMa en 1998 en la que se mostraron varias piezas de mobiliario diseñadas por los hermanos brasileños. La exhibición fue el espaldarazo definitivo que llevó a los Campana a figurar entre los mejores diseñadores de su época. Una muestra evidente de su éxito fue la adquisición de otras de sus piezas —la silla Cone (1997), la silla Otomana (1998) y la silla Coral (2004)— para la colección permanente del museo neoyorquino.
Desde muy pronto, el trabajo de los brasileños se diferenció de lo que se venía haciendo en el mundo del diseño industrial de la época. Al elegir materiales toscos y reciclados para fabricar sus piezas —desde pedazos de cuerda, trozos de plásticos de pvc, cartón y retales de telas hasta fibras de árboles, desechos de la construcción y astillas de madera— se alejaron de la estética sofisticada de los punteros diseños europeos.
“Usamos materiales industriales ya existentes que han sido olvidados por los consumidores, y luego los adaptamos a nuestros proyectos”, explican. “Ésta es una línea fina y peligrosa que puede transformar el diseño en algo cursi o campechano. Tiene que haber equilibrio para evitar todas las trampas y vicios”.
Los hermanos Campana presentaron una propuesta única al unir la manufactura tecnológica con la producción artesanal, dándole un carácter exclusivo a cada pieza. De esta manera revolucionaria, el tándem brasileño irrumpió en el mundo aristocrático del diseño contemporáneo.
Otra particularidad de su trabajo reside en los elementos de identidad brasileña que siempre permean su obra. “Las calles de São Paulo son una especie de laboratorio de nuestros diseños. Cada vez que necesitamos inspiración nos basamos en el caos y la belleza de la ciudad en que vivimos”, señala Humberto.
Por ejemplo, la silla Favela (1991), hecha con pedazos de madera reciclada unidos desordenadamente, está inspirada en la forma en que se construyen las favelas de São Paulo; o la silla Multidáo (2002), confeccionada con las muñecas de algodón típicas del nordeste de Brasil unidas entre sí sobre una estructura de acero inoxidable, en una referencia a la masiva inmigración de habitantes del nordeste del país para el rico sudeste.
“Brasil es nuestra gran fuente de inspiración. Todo nos inspira, desde la gente y la forma en que organizan su vida hasta la variedad geográfica, racial y cultural de nuestro entorno”, concluyen los hermanos Campana. “Los objetos, sobre todo, son portadores de emociones, por lo que crearlos es para nosotros una actividad vibrante, sencilla y humana”. ■