Cidade das Artes, el primer edificio de Portzamparc en Brasil, es un homenaje a algunos de los arquitectos brasileños más conocidos, incluyendo Oscar Niemeyer. De hecho, incorpora arquetipos de la arquitectura brasileña tales como grandes espacios abiertos, pilares y rampas esculturales, un generoso uso del hormigón y el juego de sombras en todo el edificio. Este arquitecto francés es conocido por varios otros diseños notables, entre los que se incluyen la Filarmónica de Luxemburgo, la Torre LVMH en Nueva York, la Cité de la Musique en París y el Museo Hergé en Bélgica. Muy respetado en el ambiente arquitectónico mundial, Portzamparc fue galardonado con el prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura en 1994.
Cidade das Artes es también reconocida como un importante paso hacia la mejora de la escena artística en Río de Janeiro, un hito cultural identificable que enriquecerá la vida de los cariocas al tiempo que mejorará la imagen de la ciudad para los próximos eventos internacionales.
La estructura de hormigón, construida a diez metros sobre el suelo, parece flotar por encima de un parque público y un jardín acuático tropical. Actualmente, es un lugar para la música, el teatro, el cine, la danza y el arte, sirviendo también como la nueva sede de la Orquesta Sinfónica Brasileña. Su elegante diseño está enmarcado por dos carreteras que se cruzan en la ubicación de la sede. Por otro lado, la forma del edificio recuerda los planos lineales del océano y las curvas de la cercana cordillera de Sierra Atlántica. La terraza, que se alza sobre un jardín diseñado por Fernando Chacel, arquitecto paisajista brasileño y sucesor de Burle Marx, el más famoso paisajista de Brasil, es un espacio abierto que conecta cada una de las distintas áreas del centro y se alza sobre un jardín diseñado por Fernando Chacel, arquitecto paisajista brasileño y sucesor de Burle Marx, el más famoso paisajista de Brasil.
El ex alcalde de Río de Janeiro, César Maia, y otros funcionarios municipales responsables de la puesta en marcha del proyecto monumental, coincidieron en que Barra de Tijuca necesitaba un símbolo cívico y cultural. Originalmente llamado Cidade da Música (Ciudad de la música), el edificio pronto se convirtió en mucho más que un lugar limitado a la música y, en la actualidad, alberga una amplia gama de actuaciones y expresiones artísticas de alto nivel. Para Portzamparc, “la arquitectura existe, ante todo, para ofrecer una vida mejor”. Considera que “cada gesto, cada forma, debe ser justificada por diversos motivos que refuercen su razón de ser, su uso, y den más sentido a su belleza”.
Con una superficie total de 90.000 metros cuadrados, el nuevo edificio cuenta con un amplio espacio para dar cabida a cualquier tipo de evento. Incluye una sala de conciertos principal o “sala grande”, de 2.683 metros cuadrados, con capacidad para 1.800 personas; 21 espacios de usos múltiples; salas de ensayo para la orquesta y galería de arte, así como cines, restaurantes, tiendas y aparcamiento.
A pesar de que tardó nueve años en completarse —estaba destinada a ser inaugurada a finales del 2008—, la Cidade das Artes finalmente celebró su apertura en enero del 2013. La muy esperada construcción del complejo cultural fue retrasada en varias ocasiones y desató la polémica por varias razones: una de las principales fue su coste de aproximadamente 213 millones de dólares, cuatro veces más que Cidade da Samba (Ciudad de la samba), el otro proyecto a gran escala del ex alcalde Maia. Los críticos sostienen que el excesivo coste del complejo debería haber sido destinado a mejorar algunos de los problemas más acuciantes de Río de Janeiro, como la educación y la sanidad.
Aun así, la Cidade das Artes es también reconocida como un importante paso hacia la mejora de la escena artística en Río de Janeiro, un hito cultural identificable que enriquecerá la vida de los cariocas al tiempo que mejorará la imagen de la ciudad para los próximos eventos internacionales. ■