“Hace tres millones de años, Panamá cambió la vida en el mundo. El Biomuseo te cuenta esta fascinante historia”. Así reza el lema de “Puente de vida”, más conocido como Museo de la Biodiversidad, que invita a vivir una experiencia fascinante a quien sienta curiosidad por los orígenes del planeta.
Cómo y por qué el istmo de Panamá tuvo un impacto determinante en la biodiversidad de la Tierra es lo que pretende revelar este centro científico que documenta y muestra la riqueza de los océanos y las especies terrestres que se originaron en esa porción del planeta.
El nuevo museo, que está a punto de abrir sus puertas al público tras casi diez años de construcción, es obra del reconocido arquitecto Frank Gehry. Ubicado en la costa del océano Pacífico, junto a la entrada del Canal de Panamá, su emplazamiento y su diseño ya convierten al museo en un nuevo ícono arquitectónico del país que atraerá la atención internacional.
Con un presupuesto de 60 millones de dólares, el edifico —de alrededor de 4.000 metros cuadrados— es la primera obra que el célebre arquitecto realiza en América Latina. Gehry, ganador del prestigioso Premio Pritzker de arquitectura, y Bruce Mau Design, una de las empresas de diseño más importantes del mundo, se enfrentaron un gran desafío: crear una narrativa arquitectónica que ofreciera la identidad del país.
La estética conceptual de Gehry se mezcla con el arte y la cultura local. Las estructuras en vertiente, que protegen los interiores de la lluvia, y la ventilación cruzada, que refresca el ambiente cálido de esa zona tropical, están latentes en el espíritu de Panamá. Una gran estructura ondulada y abierta, a manera de atrio central, es el punto de partida de los ocho pabellones que albergarán exhibiciones interactivas asesoradas cuidadosamente por científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Cada una de las salas tiene su sello, un estilo propio que se funde con el contenido de la exposición. “Océanos Divididos” es un ejemplo de ello: contará con dos acuarios de dos pisos de forma semicilíndrica que muestran las diferencias entre las especies que surgieron en el Pacífico y en el mar Caribe.
Todos los pabellones están cubiertos por techos asimétricos de audaces formas que evocan la espontaneidad de las fuerzas de la naturaleza. Sus colores brillantes contrastan entre sí para convertirse en un punto focal ineludible. El arquitecto se aparta de su habitual esquema de tonos metálicos y utiliza rojo, naranja, amarillo y azul cobalto como un reflejo del ambiente tropical.
Los acabados exteriores recurren a la usanza tradicional panameña: una capa de yeso recubre un soporte de hormigón para sostener colosales ventanales de vidrio que facilitan la interacción con el ambiente exterior. El extenso jardín botánico que rodea el edificio, a cargo de la famosa arquitecta paisajista Edwina von Gal, invita a caminar bajo la sombra de cientos de especies vegetales mientras se convive con una variada fauna.
El Biomuseo está concebido para garantizar el disfrute de sus visitantes en todos los sentidos. Por eso incluye una cafetería, una tienda, un atrio público pensado para socializar, un espacio interior para exposiciones itinerantes, un cine Imax y varias áreas dentro del jardín botánico para exhibiciones al aire libre.
“Puente de vida”, además de lo que representa en sí mismo, es un regalo arquitectónico para la humanidad. Otro legado del arte mundial. ■