Situémonos en los felices años veinte: atrás han quedado la Primera Guerra Mundial y sus desastres. La dura posguerra provoca un intenso deseo escapista entre la población que la sufrió. La economía entra en un ciclo de gran crecimiento, provocando tal euforia que en los últimos años de la década, y hasta 1929, la bolsa bate records casi todos los días. Ha nacido una nueva religión llamada consumismo. Su dios es el progreso, propiciado por los nuevos descubrimientos científicos, que transforman el mundo a la velocidad del vértigo. La prensa y la radio, en gran expansión, amplifican el impacto de todo lo nuevo; el teatro, el cine y los cabarets, se convierten en nuevos espectáculos que atraen a las masas. En París, Londres o Nueva York, se baila al nuevo ritmo de moda, el Charleston; las nuevas músicas, los blues y el jazz, conquistan los teatros y los clubes. Las mujeres revolucionan su apariencia, enseñan los tobillos por primera vez en la historia, y lucen novedosos cortes de pelo a lo garçon; se abren las grandes casas de moda que crean la Alta Costura.
Este es el caldo de cultivo donde nace la América moderna. Los EE.UU se convierten en la locomotora mundial de la economía y, con el tiempo, exportará su recién creado “American Way of Life” al mundo entero. Su ciudad más representativa, Nueva York, se transforma al ritmo trepidante del jazz, convirtiéndose en la ciudad símbolo de la modernidad. La construcción de edificios se dispara, ganando estos en altura: ha nacido un nuevo concepto urbano, el rascacielos. El estilo de estas nuevas construcciones, el Art Déco, llega a Nueva York vía París en la década de los años veinte, y casi de la noche a la mañana se convierte en el estilo de moda. Esta marcada tendencia arquitectónica nace en París en 1900 como un estilo casi puramente decorativo, de corte burgués, creado por artistas franceses que se dedican a las artes decorativas. En 1925, en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París, se establece como el estilo de vanguardia. Se inspira en las corrientes del Art Nouveau (constructivismo, cubismo, futurismo) del que evoluciona, y en el estilo racionalista de la escuela de la Bauhaus, dejándose influenciar por los progresivos descubrimientos arqueológicos del Antiguo Egipto.
En los EE.UU crece el interés por el nuevo movimiento de vanguardia, al que los artistas norteamericanos incorporan influencias de las culturas nativas americanas. Los nuevos productos industriales, fabricados con materiales baratos como el plástico y el metal ligero, reemplazan a los opulentos materiales que se usaban en la primera época del Art Déco. A lo largo de los años veinte, este estilo gana tal popularidad en los EEUU que el escritor norteamericano John Dos Passos se refiere a él como la “Decomania”, describiéndolo como “estilo escaparate Quinta Avenida” (The Fifth Avenue Shop-Window Style).
La Art Deco Society of New York tiene 57 edificios catalogados en esta ciudad, legado que permanece casi intacto. Entre ellos se distinguen varias construcciones que, por su valor artístico e histórico, se han convertido en la imagen de la ciudad.
El Edificio Empire State
Catalogado como Monumento Histórico Nacional desde 1986, fue diseñado por el arquitecto estadounidense William F. Lamb. Se terminó de construir en 1930 y, durante cuarenta y un años, fue el edifico más alto del mundo. La entrada principal del Empire State, uno de los elementos más sobresalientes, destaca por su simetría, la elegancia del corte de la piedra y los ventanales flanqueados por dos grandes esculturas, pero quizás la parte más significativa del edificio, en lo relativo al estilo Art Déco, sea el impresionante hall, monumental y lujoso, que funciona como una muestra de la decoración del rascacielos.
El Edificio Chrysler
Diseñado por el arquitecto William Van Allen a petición del magnate del automóvil Walter Percy Chrysler, su construcción finalizó en 1930. El edifico está diseñado con elementos que imitan las piezas de un automóvil, como por ejemplo la ornamentación de la torre, basada en los tapacubos usados en los automóviles Chrysler de la época. En cada esquina del piso 61 hay una gárgola con forma de águila; 30 pisos más abajo, unas réplicas de las tapas de los radiadores de los modelos Chrysler, adornan todas las esquinas de la planta. En el vestíbulo, lo más impactante es el mural que decora el techo, que fue en su momento el fresco más grande de los Estados Unidos. Pintado por Edward Trumbull, representa imágenes del progreso, los transportes y la energía.
El Edificio American Standard
Fue concebido por los arquitectos Raymond Hood y John Howells en 1924. De 23 pisos, destaca por el ladrillo negro de su fachada, los motivos góticos recubiertos de una capa dorada, y la entrada decorada con mármol y espejos negros. Monumento Histórico Nacional, su nombre popular es Radiator, debido a que albergó inicialmente las oficinas de la empresa American Radiator and Standard Sanitary Company.
El Edificio Chanin
Monumento Histórico Nacional diseñado por Sloan & Robertson. Este edificio, de 1928, está revestido en piedra caliza y terracota. La parte superior se remata elegantemente con ladrillo; en el extremo inferior del edificio, a lo largo de la fachada, los bajorrelieves de terracota representan flora y fauna. El vestíbulo fue diseñado por Jacques Delamarre, con paneles de bronce representando figuras masculinas, motivos vegetales, y adelantos tecnológicos como aeroplanos, trenes y automóviles.
El Rockefeller Center
Complejo de 19 edificios comerciales, entre ellos el famoso Radio City Hall, financiado por la familia Rockfeller y diseñado por el arquitecto Raymond Hood. Ciudad dentro de otra ciudad, tanto la arquitectura como la decoración son puro Art Déco. Sobre la entrada del edificio se encuentra esculpido el relieve Wisdom, del escultor Lee Lawrie, una alegoría de la Sabiduría y el Conocimiento. La decoración del interior fue realizada por los artistas Diego Rivera, Josep María Sert y Frank Brangwyn.
Hotel Waldorf Astoria
Inaugurado en 1931, el edificio, obra de los arquitectos Schultze & Weaver, fue el primer hotel del mundo de estilo Art Déco y el más alto, con 47 plantas. Construido en ladrillo oscuro, está rematado por dos grandes torres que alcanzan los 191 metros de altura. El hall está ricamente decorado con murales, mosaicos y grandes arañas, sobresaliendo en el centro su magnífico reloj, adquirido por la familia Astor en la Feria de Chicago de 1893. En su interior, guarda importantes muestras de Art Déco, como el mosaico La rueda de la vida, de Louis Rigal.
Con el tiempo, el Art Déco va declinando hasta llegar a su decadencia, teniendo como colofón la Feria Mundial de Nueva York, celebrada en Flushing Meadow, Queens, en el año 1939. Después llegaría la Segunda Guerra Mundial, y con ella de nuevo la oscuridad. ■
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