La Casa Cartier ha dado a conocer por primera vez al público su más preciado tesoro: una selección de las mejores joyas creadas desde el nacimiento de la Maison hasta la actualidad, y que por su antigüedad y riqueza constituyen un patrimonio artístico y cultural incomparable. Hasta 420 piezas atestiguan la presencia de la Casa en los eventos más relevantes de las monarquías europeas y asiáticas, y en la colección privada de artistas, fortunas del mundo y actrices que han lucido parte de este bello archivo histórico a lo largo de más de 160 años: Grace Kelly, Elizabeth Taylor y María Félix entre ellas.
Elizabeth Taylor en Las Vegas, June 1958.
El Arte de Cartier, exposición que acogió el Museo Thyssen Bornemiza de Madrid reunió cientos de joyas que cuentan, una a una, la evolución de la creatividad de sus dueños. Pierre, Louis y Jacques Cartier heredaron la pasión por las joyas de su abuelo, François Cartier, que abre la primera joyería en la emblemática Rue de la Paix parisina en 1847. Esta apertura simboliza el origen de la Casa que, paulatinamente y gracias al espíritu emprendedor y viajero de estos herederos, se supera al paso de los años y se asienta hoy como una de las más prestigiosas joyerías del mundo.
Alfred Cartier y sus 3 hijos. De izquierda a derecha Pierre, Louis y Jacques (1922).
La luz tenue de los pasillos de esta maravillosa exposición potencia el brillo de unas joyas que iluminan el recorrido por sí solas. A Francois Cartier lo llamaban “el rey de los joyeros, joyero de los Reyes”, algo que se demuestra desde la primera sala, en la que se expone una selección de tiaras del siglo XIX que recuerda la íntima relación entre las grandes monarquías europeas (España, Portugal, Rusia, Bélgica y Grecia) y Cartier. Los monarcas encargaban impresionantes coronas de diamantes, rubíes y zafiros combinados con uno de los materiales nunca antes utilizado por un joyero: el platino, introducido por vez primera por Cartier. Las primeras en apostar por esta revolución son la Princesa Matilde, prima del Emperador Napoléon III; la Reina Alejandra de Inglaterra, la Princesa rusa Olga Paley y Elisabeth, Reina de Bélgica. También el Rey Jorge VI que, en 1937, encarga varias de estas diademas para los invitados a su coronación.
Elizabeth, Reina de los Belgas.
El paso de los años da pie al cambio del estilo de la Casa, que viaja del clasicismo del estilo Luis XVI (encajes y guirnaldas de diamantes desarrollados con la técnica millegrain) hasta el asentado hasta la Primera Guerra Mundial: el modernismo y el Art Decó. Cartier apuesta por el estilo abstracto, la geometría y las líneas rectas en la primera mitad del siglo XX. Es precisamente en este periodo cuando se consolida uno de los emblemas de la marca: el diseño en diamantes y ónix de la piel de pantera. El colorido en los diseños es también característica de su nueva tendencia, fruto de la fascinación de Cartier por los Ballets Rusos de Diághilev, que se plasma en la combinación de turquesas, lapislázulis, jades, zafiros, esmeraldas, coral y ónix.
Collar.
Los viajes de los hermanos Cartier a Rusia, Egipto, India, China y Japón trasladan la explosión del color, el exotismo y la magia de los desconocidos animales del Lejano Oriente a las joyas creadas en la Maison a mediados del siglo XIX: los carismáticos broches Escarabajo, la colección TuttiFrutti y los motivos orientales de budas, dragones y cocodrilos inundan las joyas de esta época, y numerosos objetos decorativos como encendedores, ceniceros, vasijas y bolsos de mano.
Alfonso XIII en la joyería Cartier.
La élite del siglo XX se ha declarado admiradora profunda de la Casa francesa más reconocida del mundo. Cartier es la elección de Mike Todd, que regala un magnífico collar de rubíes y diamantes a su mujer, Elizabeth Taylor, hoy parte de la exposición. El Rey de España Alfonso XIII obsequia asimismo a la Reina Victoria Eugenia una diadema guirnalda de perlas naturales y brillantes perteneciente a la Familia Real Española. El Príncipe Rainiero III, por su parte, regala a Grace Kelly las joyas que luce en su boda en 1956 y que hoy constituyen parte fundamental del legado artístico del Palacio Real de Mónaco.
Collar Cocodrilo.
La sensibilidad posterior de Cartier hacia la flora y la fauna, alejada de la geometría del Art Decó, no se explicaría sin el papel de Jeanne Touissant al frente de su departamento de Alta Joyería en 1933. La magia y el enigma que se desprende de las palmeras, tortugas, mariquitas y libélulas de las creaciones de esta década es fruto de la admiración de Touissant por Schiaparelli, Dior, Chanel y Balenciaga y de su inspiración en sus diseños. Los broches de zafiros, rubíes y esmeraldas calibrados en forma de flamenco y de pantera de la Duquesa de Windsor; el Broche Tigre de Barbara Hunton y el llamativo collar de María Félix -dos cocodrilos engastados con diamantes y esmeraldas- son claros ejemplos de su atrevimiento, genialidad y maestría. ■
FOTOS
Elizabeth Taylor en Las Vegas, June 1958. With permission of the Trustees of Elizabeth Taylor.