Civita di Bagnoregio. / Foto: Giuseppe Quattrone.
Los etruscos emplazaron la ciudadela de Civita di Bagnoregio en una meseta situada en el valle del Tiber. Fortaleza inexpugnable, sobrevivió a los ataques de diferentes ejércitos, pero aún ahora, en tiempos más pacíficos, batalla contra un enemigo poderoso: el tiempo. Sus fundadores, al construir la ciudadela sobre terreno arcilloso, la condenaron a una muerte lenta por erosión. Al llegar a la ciudad, la verás anunciada como «La ciudad que muere», en italiano original «Il paese che muore«. El principio del fin lo marcó el terremoto que asoló la zona en 1695, dejando al pueblo moribundo hasta su muy reciente recuperación. Civita ha sido salvado por un turismo respetuoso e interesado en su cultura, procedente en su mayoría de Alemania y Gran Bretaña.
Civita di Bagnoregio.
A la ciudad, que se ubica en lo alto de una montaña, se llega andando por el único puente que la conecta con el exterior, ya que los vehículos a motor no pueden circular por el pueblo. La larga caminata hasta la cima tiene su recompensa inmediata, pues Civita es un precioso conjunto de edificios medievales coronado por un alto campanario, desde el que se disfrutan unas impresionantes vistas de los barrancos que la rodean. Pasear por sus callejuelas empedradas es como viajar en el tiempo. El pueblo cuenta con sólo diez habitantes, no hay coches y apenas comercios. La Plaza del Duomo de San Nonato, con sus columnas etruscas y su iglesia, construida sobre un templo romano; el Palacio Comunal, único edificio renacentista del que sólo queda la fachada; las cuevas etruscas y el arco románico a la entrada de la villa, merecen una visita sin prisas.
Hotel Corte de Ila Maesta. / Fotos: Andrea Bressan & Anna Trentani.
El hotel más exclusivo del pueblo, Corte de lla Maestà, de sólo cinco habitaciones, ubicado en una casa señorial con jardín y un pequeño huerto, ofrece paseos privados en barco por el Lago de Bolsena, excursiones a caballo y vuelos panorámicos en helicóptero. En los alrededores se puede visitar la vecina ciudad de Orvieto y la Iglesia de San Pietro. Una visita al Sacro Bosco de Bomarzo, o Jardín de los Monstruos, encantará a los que gusten de lo extraordinario. El duque de Orsini, en el siglo XV, mandó construir este jardín renacentista, adornado con esculturas talladas en la piedra volcánica de la zona, respetando el bosque original. También es lugar de peregrinaje literario, pues el escritor argentino Mujica Láinez basó su novela Bomarzo en este personaje.
Restaurante Alma Civita.
La oferta culinaria de la ciudad es muy variada, destacando el restaurante Alma Civita, llevado exquisitamente por sus propietarios, la familia Rocchi; la Ostería al Forno di Agnese, que da una atención especial a la tradición gastronómica de Civita; y la Hostaria del Ponte, con su patio cubierto de parra, desde donde se disfrutan las vistas más espectaculares de la ciudadela. Los platos tradicionales de la zona son la Acquacotta, preparado con hogaza de pan casero y verduras silvestres, y la Zuppa di agnello, plato de cordero con variedad de verduras. En la zona de Montefiascone se produce uno de los caldos más apreciados de Italia, el Est! Est! Est!, vino blanco con Denominación de Origen. Son también productos regionales excelentes el Aceite de Oliva virgen y el Queso Pecorino. ■
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