¿Estás consciente del lugar que habitas? ¿Dónde te encuentras? ¿Eres de los que te preguntas o de los que tiene todas las respuestas? Estas reflexiones no están sacadas de un tratado de filosofía, son sólo algunas de las interrogantes que plantea este año la Trienal de Aichi, el festival de las artes que se celebra en esa prefectura del centro de Japón hasta el próximo 27 de octubre.
KOHEI NAWA. Foam, 2013. / Foto: Nobutada Omote / SANDWICH.
Con el título El despertar. ¿Dónde nos encontramos? Tierra, Memoria y Resurrección, arrancó la Trienal de Aichi el pasado 10 de agosto. Sin duda, una sugerente edición en la que participan cerca de 76 artistas de todo el mundo. Entre ellos destacan el chileno Alfredo Jaar, los cubanos Alain Guerra y Neraldo de la Paz (con su serie de esculturas textiles Guerra y Paz), el muralista y pintor portugués Rigo 23 y Yoko Ono, viuda de John Lennon.
Muestras de arquitectura, ópera, cine, música, danza, teatro y artes plásticas llenarán varias sedes y calles de las ciudades japonesas de Nagoya y Okazaki. El objetivo del festival es “en primer lugar, entretener, pero también dar la oportunidad de descubrir de nuevo el mundo a través del arte y redescubrir los encantos del espacio urbano”, afirma su director, Taro Igarashi.
1. DAN PERJOVSCHI. The Top Drawing, 2013. / Foto: Tetsuo Ito.
2. KENJI YANOBE. Sun Child No.2, 2013. / Foto: Tetsuo Ito.
3. YOKO ONO. Parts of a light house, 1966 / 2012. / Foto: Cortesía del artista.
Para conocer mejor estas ciudades, la organización ha creado una guía sobre los hitos arquitectónicos del lugar, la cual estará a disposición de todos los visitantes. A esto se suman las visitas guiadas en alrededor de 20 edificios de interés cultural de la prefectura de Aichi que ofrece el proyecto Open Architecture.
Y como el teatro no podía ser menos, 15 grupos de teatro y danza, nipones e internacionales, también reflexionan sobre “el lugar en el que vivimos”, con propuestas que ahondan en el concepto de “lo absurdo”, presente en obras de dramaturgos como Samuel Beckett. Asimismo, al ser la educación el germen de todo aprendizaje y de toda creación, la Trienal tiene un trasfondo educativo por lo que ofrece actividades para niños con el fin de estimular su creatividad, así como seminarios, cursos y mesas redondas para los adultos.
No se trata de un festival erudito y exclusivo para expertos, ésa no es la idea. Como señala Lewis Biggs, uno de los curadores de la Trienal, consiste en sacar el arte a la calle y ponerlo al alcance de todos. “Esto lleva el arte a personas que no estarían buscándolo necesariamente”, comenta Biggs. “La exploración del interior de un edificio resulta fascinante, especialmente cuando está abandonado. Se trata de una experiencia urbana”.
Con esta intención, por ejemplo, habrá espacio para instalaciones en una pista de bolos que se demolerá en un futuro. Será una oportunidad peculiar para que los artistas den rienda suelta a su imaginación y desarrollen su arte libremente en ese espacio. ■