Los estudios más recientes revelan que la mayoría de las muertes por cáncer de pecho se dan en mujeres que no se hacen mamografías regularmente. Un informe de la revista Cáncer, una publicación revisada por la Sociedad Americana del Cáncer, indica que las mamografías deben hacerse regularmente antes de los cincuenta años de edad.
El uso de las mamografías para prevenir las muertes por cáncer de mama ha sido motivo de controversia, especialmente después que el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos propusiera en el 2009 limitar estas pruebas a las mujeres de entre 50 y 74 años de edad. Los estudios mostraban variaciones en cuanto a sus beneficios y, por otro lado, los avances en el tratamiento podrían haber disminuido la importancia de la detección temprana. El doctor Blake Cady, profesor de Cirugía de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, y sus colegas, se propusieron aportar una información definitiva sobre el valor de la mamografía de cribado (que se realiza en las mujeres que no presentan síntomas) a través de una técnica llamada “análisis de fallos”. Estos análisis estudian el historial de la paciente y buscan correlaciones anteriores al momento del diagnóstico, en lugar de mirar hacia delante desde que éste se produce.
Hasta la fecha, sólo se ha publicado otro análisis de fallos relacionado con el cáncer. En esta prueba se realizó un seguimiento de los cánceres de mama invasivos diagnosticados en los hospitales Partners Healthcare, de Boston, entre 1990 y 1999, los cuales fueron seguidos hasta el 2007. Los datos para el estudio incluyeron estadísticas demográficas, uso de la mamografía, informes quirúrgicos y patológicos, recurrencia y fechas de muerte.
Entre las 609 muertes por cáncer de mama, el 29 por ciento correspondió a mujeres que habían sido diagnosticadas mediante la mamografía, mientras que el 71 por ciento correspondió a mujeres sin diagnóstico por mamografía. De todas las muertes por cáncer de pecho, sólo el 13 por ciento ocurrió en mujeres de 70 años o mayores, y el 50 por ciento ocurrió en mujeres menores de 50 años de edad. Entre las mujeres con diagnóstico de cáncer de mama, las que murieron de la enfermedad tenían una media de 49 años en el momento del diagnóstico. Las pacientes que murieron por otras causas fueron diagnosticadas alrededor de los 72 años.
“La naturaleza biológica del cáncer de mama en mujeres jóvenes es más agresiva, mientras que en mujeres mayores tiende a ser más benigna. Esto sugiere que lo recomendable es hacer mamografías con más regularidad entre las jóvenes que entre las mayores, puesto que la detección precoz en mujeres jóvenes es biológicamente más práctica y rentable”, afirma el Dr. Cady.
Este estudio también mostró un cambio significativo en la supervivencia del cáncer de mama asociado con la introducción de la detección precoz. En 1969, la mitad de las mujeres diagnosticadas con este cáncer había muerto tras 12,5 años de media tras el diagnóstico. Entre las mujeres con cáncer de mama invasivo diagnosticadas entre 1990 y 1999, sólo el 9,3 por ciento murió. “Este es un logro notable, y el hecho de que el 71 por ciento de las mujeres que murieron fueran mujeres que no se hacían mamografías regularmente, apoya claramente la importancia de la detección temprana”, afirma el doctor Daniel Kopans, profesor de la Escuela de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, y coautor del estudio.
Aunque algunos artículos de investigación han afirmado que la mamografía es sólo un diagnóstico más, el Dr. Kopans señala: “Ninguno de estos documentos en realidad ha considerado a las mujeres individualmente, sino que han utilizado los datos del registro, y esto ha llevado a conclusiones falsas. El presente estudio examina a cada mujer como un individuo, con datos directos sobre cada uno de los diagnósticos y sobre las mujeres que murieron de cáncer de mama. Se aborda la cuestión desde una perspectiva diferente y única”. ■