¿Arte a través de Facebook, Tumblr, Instagram o Vine? ¿Dónde se encuentra la delgada línea entre lo virtual y lo real? El arte y la tecnología han sido siempre como amantes esquivos que, al fin y al cabo, terminan necesitándose mutuamente.
Hace varios años, el artista británico Ed Fornieles creó un hito en el uso de las redes sociales como plataforma artística con su performance Dorm Daze. Los personajes de ficción de esta comedia virtual, que se desarrolló durante meses en la web, vivían distintas tramas. En ella, Fornieles interpretó el papel de un chico agresivo que mantenía una relación amorosa con la joven más atractiva y popular de la universidad a la que ambos asistían. Los otros papeles fueron interpretados por amigos y conocidos del joven artista. Los argumentos improvisados se iban desarrollando a medida que alguien “colgaba” en la web una actualización dentro de la trama.
“Como artista, eso es lo que me interesa: ese momento en el que una pieza simplemente despega y cambia de un modo que jamás podrías imaginar”, confiesa Fornieles. En ese sentido, Dorm Daze representa el arte en Internet pues toma esta plataforma y la subvierte.
Cuando surgió el arte en Internet a principios de la década de 1990, se trataba de algo exclusivo de la arquitectura world wide web (www). Durante esos años, el alemán Wolfgang Staehle construyó The Thing, un bulletin board system (BBS), o pizarra de anuncios en la red, que derivó en un foro para los debates sobre la difusión de lo que se conoce como net.art. En 1998, el artista británico Heath Bunting diseñó una página web titulada _readme, en la que cada palabra se vinculaba a un sitio web que utilizaba la misma palabra como su URL. Ha pasado mucho desde esos inicios pero hoy net.art podría definirse —aunque muchos la consideran inacabada— como obras de arte creadas para Internet que explotan al máximo la especificidad del medio.
A net.art le interesa la comunicación e interacción con el usuario, y su capacidad para crear contenidos a partir de estructuras complejas que enlazan imágenes, textos y sonidos. Además de utilizar la red como espacio de exposición, la usan como medio de creación.
A medida que la web evolucionó, también lo hizo la idea de lo que podría ser considerado arte en Internet. “Creo que es mucho más difícil de definir ahora de lo que lo fue a mediados de la década de 1990”, explica Christiane Paul, curadora de nuevos medios de arte en el Museo Whitney de Arte Estadounidense de Nueva York.
Incluso artistas a los que no se les conoce por sus trabajos en Internet han aportado su grano de arena, y los centros de arte también se hacen eco del fenómeno. Recientemente, la galería Transfer de Brooklyn, Nueva York, abrió un espacio para creadores asociados al mundo digital. Por su parte, Moving Image, también de Nueva York, presentó una muestra de 22 cortometrajes de 6 segundos creados por varios artistas para Vine, la aplicación de video de Twiter, que estuvo a cargo de las curadoras Marina Galperina y Kyle Chayka. Y el museo Whitney de Nueva York ha comisionado net.art para su web durante más de 10 años.
Se trata de un nuevo mundo que tiene sus desafíos comerciales: ¿cómo convencer a un coleccionista para que pague por una pieza que es compartida “electrónicamente” miles de veces? Esto dificulta ciertamente la venta del producto. En el terreno institucional, por señalar un ejemplo, el siempre novedoso Museo Withney sólo tiene una pieza de net.art: The World´s First Collaborative Sentence, del estadounidense Douglas Davis, la cual data de 1994.
Nuevos retos, nuevos desafíos, nuevos lenguajes y nuevas miradas. Abiertos a explorar, artistas y usuarios se atreven a crear y observar desde las nuevas plataformas. Una vez más, el arte se propaga como un virus saludable a toda velocidad… y en cualquier medi. ■