La importancia de Úbeda y Baeza se origina en el siglo XVI, cuando España experimenta una fuerte corriente nacionalista y crea un estilo propio que funde el renacimiento italiano con el genio hispano. Pero la explosión y profusión de la riqueza monumental de las dos ciudades jamás se hubiera producido sin la influencia y el patronazgo de Francisco de los Cobos, Secretario de Estado del emperador Carlos I de España, y de arquitectos como Pedro de Vandelvira y su hijo Andrés, quienes desarrollaron en esta provincia lo mejor de sus obras. Baeza es el exponente de la arquitectura religiosa, y Úbeda, el de la arquitectura civil.
España cuenta con pocos centros históricos de tanta calidad y extensión como estas dos metrópolis. Sus riquezas patrimoniales se reflejan en cada piedra centenaria, cercenada y moldeada con talento por expertos canteros que construyeron sus ricos palacios, plazas, iglesias y conventos, recordándonos la rica historia de unas poblaciones que han sabido conservar su pasado para mayor deleite de las generaciones futuras.
Pasear por sus calles, mientras se observan con detenimiento sus monumentos arquitectónicos, es un placer difícilmente explicable con palabras. Lo mejor es aprovechar su cercanía y visitar ambas localidades, separadas una de otra por sólo nueve kilómetros.
ÚBEDA
La belleza urbanística que presenta el extenso centro monumental de Úbeda deja sorprendido al viajero más experimentado. Resulta asombroso el conjunto de palacios que pueden encontrarse callejeando por sus calles empedradas. Edificaciones que reflejan el poder y la riqueza de una burguesía y una nobleza que no dudaron en contratar a los más afamados arquitectos y artistas del momento para construir sus residencias, muy al gusto de las tendencias que comenzaban a imperar en la Italia del siglo XVI. De hecho, Úbeda produce la extraña y, a la vez, agradable sensación de transportarnos a una ciudad renacentista del norte de Italia como Parma, Brescia o Ferrara.
Fundada en el año 822 por el emir Abderramán II y reconquistada por el rey cristiano Fernando III en 1234, Úbeda encierra en su interior un legado histórico y artístico fuera de lo común, en el que se conjugan la luminosidad andaluza y la severidad castellana.
Ascendiendo el repecho de entrada a la ciudad se descubre con sorpresa el imponente y magnífico Hospital de Santiago, actualmente un monumento nacional, una obra iniciada por el arquitecto Pedro de Vandelvira y completada por su hijo Andrés. Este edificio de finales del siglo XVI fue hospital para enfermos pobres, al mismo tiempo que iglesia, panteón y palacio.
El núcleo de la ciudad radica en la plaza Vázquez de Molina, conocida popularmente como plaza de Santa María. En ella se alza un conjunto arquitectónico sin igual. En primer lugar, la Sacra Capilla de El Salvador, mandada a construir por Francisco de los Cobos como mausoleo familiar. A su espalda, el bello Hospital de los Honrados Viejos del Salvador, y junto a él, el Palacio del Deán Ortega, un edificio de noble e italianizante estampa promovido por el deán de la Catedral de Málaga. En la actualidad es un hotel de lujo que se engloba dentro de los alojamientos de Paradores de Turismo de España. Y como cuenta además con un restaurante de mucho prestigio, resultaría un lugar aconsejable durante sus días en la ciudad.
El Palacio Vázquez de Molina, conocido también como Casa de las Cadenas, alberga al actual ayuntamiento. Es un soberbio edificio de tres plantas en el que Andrés de Vandelvira invirtió los órdenes griegos clásicos para imprimirle su sello personal. Desde su Sala de Archivos se contempla una bonita vista de la plaza y de la ciudad.
Fuera de la plaza de Santa María, déjese llevar a su antojo y contemple la Iglesia del Salvador y la de San Pablo, el Palacio de la calle Montiel, con hermosa fachada plateresca, la Casa del Obispo Canastero y el Palacio de la Vela de los Cobos.
BAEZA
Baeza estuvo incorporada al imperio romano desde tiempos remotos y fue dominada por los árabes durante siglos hasta su reconquista en 1227 por el rey cristiano Fernando III. Pero tuvo que esperar hasta el siglo XVI para que alcanzara su máximo esplendor arquitectónico y cultural a la luz del Renacimiento, transmitiendo su importante legado hasta nuestros días.
El centro de la urbe es monumental. Resulta interesante comenzar la visita por la sublime Plaza del Pópulo, en cuyo centro se levanta la Fuente de los Leones, construida con elementos arqueológicos procedentes de las ruinas de la antigua villa romana de Cástulo. Al fondo se levanta la Casa del Pópulo, una especie de ayuntamiento de la época. En ella se apoyan dos arcos que la ciudad erigió con motivo del paso del emperador Carlos I por la urbe cuando se encaminaba hacia Sevilla para contraer matrimonio con Isabel de Portugal.
Al frente está situada la magnífica catedral, antigua mezquita de la Baeza musulmana que en 1227 pasó a ser sede catedralicia. En el siglo XVI se realiza una reforma, que será la que imprima al edificio el sello renacentista del arquitecto Andrés de Vandelvira.
También está la plaza de Santa María y el antiguo Seminario, construido en 1660, en cuyos muros todavía pueden leerse los vítores que escribían los estudiantes, con sangre de toro, tras aprobar sus estudios. Muy destacable es también el Palacio de Jabalquinto, con su espléndida fachada, ejemplo de arte isabelino. Otro ejemplo artístico de primer orden es el edificio del Ayuntamiento, que ocupa el espacio de la antigua cárcel y resalta por sus magníficas ventanas y los escudos de Felipe II.
El nacimiento de la legendaria Universidad de Baeza —que en la actualidad es una de las sedes de la Universidad Internacional de Andalucía— fue fruto de una bula del papa Pablo III en 1538. Gracias a su creación proliferaron en Baeza nuevas fundaciones religiosas y una importante sociedad civil integrada por la alta nobleza, hidalgos, clero, sabios y santos, arquitectos, canteros, pintores y escultores, médicos, músicos y poetas, que la convertirían en una de las ciudades más importantes del sur de España, cuya hegemonía se prolongaría durante los siglos venideros.
Esta antigua universidad, edificada entre 1566 y 1593, guarda en su interior, como un pequeño tesoro, un coqueto y elegante patio. A principios del siglo XX, cuando este edificio fue instituto de bachillerato, impartió en él sus clases de francés un joven catedrático que acabaría convirtiéndose en uno de los poetas más aclamados y célebres que ha dado España: Antonio Machado. El aula donde enseñaba se conserva actualmente como un museo.
Finalmente, hay que destacar en Baeza el recio palacio de los Ponce de León, armoniosa construcción de finales del siglo XV, perteneciente a la familia de Juan Ponce de León, el descubridor de la Florida, en Estados Unidos. ■