El director estadounidense de cine experimental Godfrey Reggio posa su mirada en el Museo de Arte y Diseño de Nueva York con una retrospectiva de sus trabajos audiovisuales, que estará expuesta desde el 16 de enero hasta el 14 de marzo del 2014. Cine con mensaje: un perfecto plan para dejarse llevar por la emoción de las imágenes de Reggio durante el invierno neoyorquino.
GODFREY REGGIO.
Life with Technology: The Cinema of Godfrey Reggio muestra la trayectoria cinematográfica de Reggio, envuelta en las piezas musicales del compositor Philip Glass. Entre las obras de la muestra es especialmente relevante la exhibición de dos de sus cortometrajes menos conocidos: Anima Mundi y Evidence, además de su último filme Visitors. Y por si fuera poco, podremos acercarnos aún más a su imaginario en la clase magistral que el cineasta impartirá el 23 de enero.
Este peculiar cineasta, nacido en Nueva Orleans, Luisiana, tiene un pasado marcado por proyectos comunitarios tales como la cofundación de La Clínica de la Gente, el proyecto Young Citizens for Action, que ayuda a miembros de pandillas juveniles en Santa Fe, Nuevo México, o el Institute for Regional Education, una fundación no lucrativa centrada en el desarrollo de los medios de comunicación, las artes, la organización social y la investigación. Además, el artista formó parte de la orden de los Christian Brothers, en la que se dedicó al silencio, el ayuno y la oración durante 14 años. Sin duda, todo ello ha contribuido a hacer de Reggio un director cuyas películas desafían las estructuras narrativas tradicionales para mostrarse como verdaderos poemas visuales.
Como director, Godfrey Reggio ha sido una figura destacada y de fuerza en el cine de los últimos 30 años. Su trilogía Qatsi se centra en la compleja relación de la humanidad con la tecnología moderna y el mundo natural. Qatsi se compone de tres películas con títulos en lengua hopi —una lengua utoazteca hablada por los Hopi (un grupo de indios pueblo) del noroeste de Arizona— que están aderezadas por la música de Glass.
Koyaanisqatsi, que significa “vida en desequilibrio”, es el primer filme de la trilogía y con el que el cineasta obtuvo gran reconocimiento internacional en 1982. En esta obra, Reggio, a través de un collage de imágenes, entreteje diferentes eventos en todo el mundo: una demolición, bulliciosos paisajes urbanos, detonación de bombas, producción de línea de montaje o un televisor, entre otros.
Con Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002) se completa la trilogía Qatsi, que consolida a Reggio como icónico director. En ambas piezas, acompañando a las imágenes, está la extraordinaria composición musical de Philip Glass que aumenta aún más la experiencia sensorial.
Powaqqatsi, cuyo significado es “vida en transformación”, se centra en el efecto global de la industrialización en el hemisferio sur y en cómo la espiritualidad influencia y es influenciada por la tecnología del mundo moderno. Por su parte, Naqoyqatsi, el capítulo final de la trilogía, es quizás el más fuerte y provocador, algo que ya avisa el significado de su título: “la vida como guerra”. A través de distintas técnicas cinematográficas, este filme habla de un mundo que ha completado la transición de lo natural a lo artificial.
En la muestra del museo neoyorquino también podremos visionar el último trabajo en conjunto de Reggio y Glass, Visitors (2013 ), un retrato sin palabras de la vida moderna realizado en blanco y negro y presentado por el cineasta Steven Soderberg. Con sólo 74 planos, esta película ofrece una mirada meditativa a la relación de la humanidad con la tecnología.
Su cortometraje Anima Mundi (1992), también con música de Glass, es un viaje de 28 minutos por una poética sin palabras que explora la compleja relación del hombre con un entorno natural, a través de 70 especies animales que reflejan la variedad y belleza de la fauna del mundo. Los siete minutos de Evidence (1995), filmados en Roma, son realmente impactantes. Se trata de imágenes de niños que observan un televisor que no vemos, pero que provocan en el espectador una inquietante reflexión acerca de los efectos de la vida moderna en la infancia.
Si el arte por sí mismo provoca una profunda reflexión en la mirada de su espectador, las imágenes evocadoras y poéticas de Reggio son un claro exponente de esta función vital. Tener el privilegio de cuestionarnos la influencia de la tecnología en el devenir humano a través del cine es toda una experiencia sensorial que el Museo de Arte y Diseño de Nueva York nos regala este invierno. ■