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En el corazón de la ciudad italiana de Torino, la restauración del Palacio Valperga Galleani es un ejemplar rescate arquitectónico.
Un equipo de arquitectos y decoradores, en una labor minuciosa que duró dos años, logró capturar el espíritu de esta antigua construcción que reabre sus puertas con 36 apartamentos, gimnasio, spa y un patio central a cielo abierto.
Bautizado como el “Número 6”, el proyecto desarrollado por la firma italiana Building Engineering captó la esencia original del exquisito edificio y lo dotó de tecnología moderna para convertirlo en una edificación funcional del siglo XXI. Los pasos para su renacimiento fueron en esencia tres: la creación de seis plantas subterráneas para garajes, la recuperación y reorganización de su estructura interior y la restauración de los espacios nobles de la planta principal.
Casi despojada de elementos barrocos, la ornamentación, de líneas sobrias y elegantes, confiere una nueva energía a la apariencia natural de este emblema de la aristocracia italiana. Manteniendo la distribución de los espacios, los antiguos salones dialogan en armonía con un lenguaje estético contemporáneo, con lo que se ha conseguido crear una atmósfera especial. Un complejo juego de luces creado por lámparas LED de diferentes colores dotan al ambiente de una claridad inusual para este tipo de construcciones.
El balance entre una estructura antigua y la vanguardia introducida responde a dos enfoques que parecen opuestos aunque, en realidad, se complementan: uno exaltado en el exterior, que se centra en la recuperación del pasado; y otro dirigido a los interiores, rediseñados con las más recientes tendencias para satisfacer las necesidades de un estilo de vida sofisticado.
Hay una búsqueda por retornar a los orígenes. Se deja ver a lo largo de las paredes del edificio en una larga línea horizontal de balcones decorados con jarrones de flores y plantas trepadoras, y en especial, en el jardín central, que es el corazón del proyecto, diseñado por el artista italiano Richi Ferrero. Este espacio deslumbra como una obra de arte en la que se han reinterpretado los elementos clásicos del jardín barroco. Luces y plantas generan dos planos definidos —uno horizontal y otro vertical— donde lo simple de las líneas adquiere un dinamismo inusitado. En este marco onírico, un árbol de metal suspendido en el aire en evidente alusión a lo contemporáneo, rescata el espíritu de la restauración. Es una síntesis perfecta de memoria e imaginación.
En el Número 6, el juego de creatividad y memoria permite revivir el esplendor del siglo XVII en medio de la vanguardia y el confort de nuestra época. ■