Situado en el centro de la capital de España, muy cerca de la Puerta del Sol, el restaurante Lhardy conserva impecablemente su ambiente aristocrático del Madrid del siglo XIX. Otros restaurantes históricos de Madrid: Casa Lucio y Casa Botín.
Abrió sus puertas en 1839, cuando reinaba Isabel II de Borbón. El nombre del establecimiento vendría sugerido por el del famoso Café Hardy, del Boulevard de los Italianos de París, que más tarde se convertiría en la Maison Dorée. Su propietario, Emilio Huguenin, acabó tomando el nombre de su negocio y se transformó en Emilio Lhardy. No importó que décadas antes España se defendiera valientemente y consiguiera echar al invasor francés durante las guerras napoleónicas, porque la alta gastronomía, con su impecable distinción, sus magníficos manteles, su fina cristalería, las buenas formas de sus camareros y el buen hacer en los fogones, venía por entonces exclusivamente de París.
El gusto por la moda francesa del Segundo Imperio dotó en su momento a Lhardy de esa elegancia que todavía hoy cautiva y puede apreciarse en el diseño de su fachada exterior, construida con magníficas caobas traídas desde Cuba. La decoración interior —con sus dos mostradores enfrentados y el espejo al fondo, sobre la opulenta consola que sostiene la bouilloire— permanece intacta, tal y como la ideó el decorador Rafael Guerrero.
Gran parte de la historia de España se ha tramado entre la elegancia de estas paredes, bajo sus lámparas evocadoras del romanticismo y en torno a sus mesas que continúan subrayando la más alta gastronomía en un ambiente único.
Los comedores, concebidos como Salón Isabelino, Salón Blanco y Salón Japonés, conservan el papel pintado de la época, así como las chimeneas, guarniciones y ornatos eternizados por Galdós, Azorín o Ramón Gómez de la Serna. El rey Alfonso XIII, el abuelo del actual monarca español, acudió varias veces de incógnito a Lhardy a principios del siglo XX, coincidiendo en los salones con amigos y personajes de la vida madrileña. El tiempo parece haberse detenido en sus bellos comedores, en los que se desarrollaron crisis políticas, se idearon golpes de estado y se vivieron tórridos y secretos amoríos reales.
Este año 2014, Lhardy celebra su 175 aniversario con su atmósfera aristocrática e intelectual de siempre. Su legado lo preservan Milagros Novo y Javier Pagola, quienes cuidan al máximo el detalle y han elevado la gastronomía a las cotas más altas en la historia de esta casa.
En Lhardy se cuida todo, desde la presentación de las mesas hasta el acabado del plato, y se ejerce esa virtud diplomática de adivinar el gusto del cliente. Ha actualizado su carta con un amplio diseño de la cocina internacional y ha mantenido el castizo madrileñismo en platos proverbiales como el cocido y los callos, la quinta esencia culinaria de Madrid, que ha gustado siempre por igual a los reyes de España, a los diplomáticos extranjeros y al pueblo llano. ■