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La presión social por conseguir un peso ideal y, a la vez, un cuerpo envidiable y perfecto (vigorexia, la enfermedad de los obsesionados por un cuerpo perfecto), empuja a millones de personas en todo el mundo a ponerse a dieta sin ningún control médico o profesional. Una decisión equivocada que puede ser fatal para nuestro organismo y que afecta nuestra estabilidad emocional.
Propuesta por el doctor Peter D’Adamo en su libro Eat Right for Your Type (Los grupos sanguíneos y la alimentación), esta controversial dieta proclama que un régimen de alimentación ajustado a un tipo sanguíneo específico mejora la salud y previene el riesgo de enfermedades crónicas. El libro es un best seller traducido a 52 idiomas y con más de 7 millones de ejemplares vendidos.
Un éxito similar tuvo el libro The Fast Diet (La dieta del ayuno), del doctor Michael Mosley y la periodista Mimi Spencer, que recomienda un régimen de ayuno intermitente que permite comer cualquier alimento durante cinco días consecutivos y pasar hambre durante dos. Una dieta que, jocosamente, fue llamada “el régimen cavernícola”. Y más atrás en el tiempo, también fueron famosas la dieta Dukan —con su efecto rebote que hizo que todos sus seguidores recobraran en un año el peso perdido— y otras como la dieta de la alcachofa y la dieta Atkins.
El doctor Yoni Freedhoff, profesor de la Universidad de Ottawa y director médico del Bariatric Medical Institute, ambos en Canadá, es el autor del libro The Diet Fix, que explica “por qué fallan las dietas y cómo hacer que la de usted funcione”. En su libro, el Dr. Freedhoff reconoce que la vida moderna conduce a ganar peso debido a la comida chatarra y al sedentarismo, y se refiere a lo que llama “los siete pecados capitales de la dieta”: hambre, sacrificio, fuerza de voluntad, restricciones, ejercicio extenuante, búsqueda de la perfección y rechazo.
El Dr. Freedhoff también afirma que si se quiere adelgazar sin causar daños permanentes al organismo, lo importante es cambiar de hábitos y recordar que las dietas no son la solución pues exigen un esfuerzo permanente. Según el especialista, no somos capaces de mantener el mismo nivel de sacrificio durante toda la vida: la fuerza de voluntad es un “músculo” con mucha fuerza pero poca resistencia; puede realizar grandes esfuerzos pero, con el paso del tiempo, se cansa y acaba cediendo. “El gran enemigo de las dietas es el tiempo”, dice el Dr. Freedhoff.
Ciertamente, la única forma de adelgazar es mediante un cambio del comportamiento, de nuestros hábitos (algunos consejos para comer bien). Estos son una pauta de conducta que, con el tiempo, a base de repetirlos, se convierten en un comportamiento no consciente, casi automático. Y una vez adquirido el hábito, requiere poco esfuerzo mantenerlo.
La especialista en Nutrición Carmen Pont, licenciada en Farmacia y dietista-nutricionista del Instituto de Ciencias de la Conducta de Sevilla, España, considera que inculcar buenos hábitos —como “una dieta variada, equilibrada y saludable”— desde las edades tempranas, hará que un niño se convierta en un adulto sano y sin sobrepeso. “Las grasas no son el enemigo y no existen los suplementos mágicos ni los alimentos prohibidos”, afirma la nutricionista española. “Lo realmente importante es la variedad y la moderación en la alimentación e intentar cumplir el rito de las cinco comidas frugales diarias —desayuno, media mañana, comida, merienda y cena— acompañadas de ejercicio moderado durante toda nuestra vida”.
Las dietas, definitivamente, no son la panacea. Como concluye el profesor Freedhoff en su libro, lo importante con una dieta es llegar al mejor peso mediante un equilibrio entre nuestro objetivo de alcanzar un peso ideal y la voluntad para lograrlo. En otras palabras, la estrategia perfecta: un cambio de hábitos y conductas. ■