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Nacido en Italia, Alessandro comenzó su carrera como aprendiz, construyendo carruajes y riendas. Durante ese tiempo, estableció amistad con los viejos maestros del calzado en su pequeña ciudad italiana de Senigallia, en la que aprendió los secretos de la confección de zapatos: una artesanía impecable y la atención al cuero como materia prima absoluta. Sus viajes lo llevarían más tarde a París donde, gracias a su trabajo perfeccionista, no tardó en recibir pedidos de otros zapateros. Al poco tiempo, abrió su propio taller, en el que trabajó incansablemente para sus clientes.
Torello Berluti, el quinto hijo de Alessandro, heredó su pasión creativa. Por su afinidad a la madera, las telas y el cuero, se aventuró en la carpintería, pero no fue hasta la década de 1920 que decidió dedicarse al oficio de zapatero. Inspirado en las líneas sencillas y limpias del movimiento art déco, Torello se granjeó una gran reputación con sus creaciones y pronto tuvo una larga lista de espera de clientes ansiosos por calzar sus Berlutis. Con una clientela en crecimiento contínuo, llegó el momento de ampliar su negocio. Fue entonces cuando decidió comprar un local más espacioso en el que situar su taller en la rue Marbeuf 26, donde solían hacer sus compras figuras como Jean Cocteau, Marcel Achard y Jules Roy.
En 1959, la popularidad de Berluti aumentó internacionalmente y la firma amplió su producción de calzado. Talbinio Berluti, hijo de Torello, se concentró en la innovación y lanzó colecciones de calzado “ready to wear«. Antes de ese año, todo el calzado Berluti era hecho a medida y totalmente personalizado, desde la horma de madera hasta la elección de cueros y acabados. Las colecciones de calzado “ready to wear« dieron paso a una clientela más joven.
Los cambios más positivos vinieron cuando Talbinio se asoció con su prima Olga Berluti, quien introdujo nuevas paletas de colores y transformó la tienda de la rue Marbeuf en una sala de diseño. El local pronto se convirtió en un lugar para disfrutar de una gran conversación y una compañía maravillosa. La actitud juvenil de Olga hizo de la rue Marbeuf un lugar atractivo, frecuentado por personalidades como Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld. Fue también Olga quien impulsó la creación del icónico calzado Andy en nombre del artista Andy Warhol. En 1962, la percepción que tenía Olga del artista estadounidense condujo al diseño de un par de mocasines únicos, nada convencionales y muy modernos, que Warhol adoptó con placer.
Hoy en día, las opciones de calzado que Berluti ofrece a sus clientes son infinitas. Después de meses de trabajo y diversas pruebas, los zapatos y las botas hechas a medida se entregan a los clientes en una caja de cuero Venezia Scritto, personalizada y grabada con el nombre del propietario. Si bien todo el mundo admira el arte detrás de un calzado hecho a medida, hay clientes que prefieren la gratificación inmediata y optan por los zapatos “ready to wear«. En 1960, el legendario Frank Sinatra conoció a Berluti a través de otra estrella de la época, Dean Martin. Al enterarse de cuánto tiempo tendría que esperar -unos seis meses- para calzar un par de Berlutis hechos a medida, Sinatra optó por unos mocasines “ready to wear«.
El 1 de julio del 2011, el talentoso diseñador italiano Alessandro Sartori se convirtió en parte de la familia Berluti como director artístico de la firma, quedando a cargado de crear un vestuario impecable para el hombre amante de la elegancia. Hasta el momento, la compañía se había centrado exclusivamente en calzado y marroquinería pero, en enero del 2012, y bajo la batuta de Sartori, Berluti dio a conocer la primera colección de ropa de la marca.
La creatividad y la precisión técnica de Sartori dieron como resultado prendas de vestir que siguen fielmente el espíritu Berluti. Famoso por su elegancia, cuando le preguntaron qué pieza de ropa podría caracterizarlo, el diseñador respondió: “Un traje de tres piezas azul marino. Por supuesto, clásico, simple y cruzado hacia la izquierda”.
Berluti siempre ofrece un estilo único para el hombre que quiere distinguirse. Con una visión del lujo que está lejos de la ostentación, Berluti se enorgullece de ser un clásico, al mismo tiempo que evoca una elegante informalidad. ■