Sabatés ha llegado a la cima como empresario gracias al trabajo duro, la innovación y sobre todo a una ética de trabajo que remite a las hazañas de los grandes que edificaron la nación estadounidense. Carnegie, Vanderbilt, Rockefeller, todos dieron forma a su propio destino y propulsaron su visión de unos Estados Unidos grande, un lugar que premia el espíritu emprendedor de hombres como Félix Sabatés.
Sabatés nació en la ciudad de Camagüey, en una zona rica en ganado al este de la isla de de Cuba. Es hijo de Feliciano Sabatés y María Tavío, que crearon su fortuna gracias a la inteligencia de sus inversiones y a una serie de empresas que llevaron su apellido. Sus negocios incluían la importación y exportación, tiendas de óptica y joyería, seguros, ganado, azúcar, estaciones de servicio y farmacias. Esta vida verdaderamente cómoda acabó de manera abrupta con la llegada de la revolución comunista de 1959.
Mantuve esta conversacón con el empresario naviero durante el Fort Lauderdale International Boat Show, donde estaba promocionando su flota de yates de lujo. Allí recordamos su pasado y hablamos de su mirada hacia el futuro. Habló de su infancia en Cuba y los largos almuerzos dominicales con todo el clan familiar, antes de que sus propiedades y negocios fueran expropiados por el gobierno de Fidel Castro. Recordó con tristeza cómo las tiendas de su familia eran expoliadas y abandonadas. Fue durante una noche que la familia Sabatés perdió todo aquello que había construido dedicando años de ardua labor y sacrificio.
Siendo muy joven, Felix se unió a la resistencia clandestina contrarrevolucionaria contra Castro. Estaba listo para ir a combatir la dictadura en las montañas, cuando las fuerzas del gobierno mataron a todos los conspiradores de su grupo. Félix tuvo que dejar su amada Cuba para evitar la cárcel o peor, el pelotón de fusilamiento. Fue el primero de su familia que llegó a los EE.UU. y lo hizo solo y con 15 años. Unos años más tarde, sus hermanos y hermanas llegaron al exilio durante la Operación Peter Pan, una misión de rescate de la Iglesia Católica, que permitió la educación en el destierro para los niños no acompañados que huían del adoctrinamiento comunista. La operación Peter Pan es un testimonio de la desesperación que los padres cubanos sentían durante los primeros días de la Revolución. Su madre se unió a ellos más adelante en Lexington, Carolina del Norte, en 1962.
Pero hasta 1965 el padre de los niños Sabatés no pudo reunirse con ellos. Durante esos años, la responsabilidad de sustentar a la familia cayó sobre los hombros de Félix, que tuvo que abandonar la escuela secundaria para cuidar de sus parientes recién llegados. Sobre esto bromea: “Me gradué con honores en el octavo grado, pero ese fue el final de mi educación formal”. No tuvo la oportunidad de ser adolescente. “Estaba solo en Columbia, Missouri y tuve que trabajar en una cocina del hospital lavando ollas y sartenes. Empecé a ser alguien disciplinado y cuando mi madre llegó, me mudé a Lexington y era el único que trabajaba… así que pasé de ser un adolescente en Cuba a un adulto en los EE.UU. en un día”. Con el tiempo la familia se instaló en Charlotte, Carolina del Norte, donde Félix comenzó a labrar una carrera ascendente en un concesionario de autos en el que empezó lavándolos y acabó siendo el vendedor estrella.
Su primera oportunidad en el mundo de los negocios, apareció cuando vendió varios automóviles a la persona que se convertiría en su mentor. Walter Reich era un austríaco judío que perdió a toda su familia en un campo de concentración durante la guerra mundial y huyendo del nazismo llegó a Cuba. Veinte años después volvió a huir, esta vez del comunismo de Cuba y se estableció en Carolina del Norte (Reich era el padre del que fuera mucho mas tarde embajador de EE.UU. en Venezuela, Otto Reich), donde empezó el negocio de distribución de coches y contrató a Félix como representante de un fabricante. Félix recuerda con cariño a Walter como un hombre con una ética de trabajo impecable que hacía miles de kilómetros para promocionar las ventas. “Era una máquina de trabajo, nunca dejó de trabajar y me enseñó mucho sobre la vida y los negocios”, cuenta Sabatés. Cuando Walter estaba listo para retirarse, le prestó a Félix el dinero para comprar su propia compañía. “La única diferencia que he tenido con Walter era que él quería caminar y yo quería correr… y esa fue mi oportunidad”, explica. Un año después de la compra de la compañía, el ambicioso Félix había triplicado los ingresos de la compañía “Top Sales”.
Entre los negocios a los que Sabatés vio futuro, fue el de los videojuegos y en la década de los 1980, tuvo el acierto de popularizar y difundirlos. Lo que entonces era solo una novedad, 30 años después se ha convertido en una de las industrias más lucrativas de nuestro tiempo. Sabatés siempre ha tenido la habilidad de reconocer las líneas de productos con potencial, aunque fueran difíciles de vender. Atari y Pac Man fueron los primeros y más tarde llegó Nintendo Super Mario Brothers y Teddy Ruxpin, el Teddy Bear que habla. A principios de los 90 el empresario cubano obtuvo los derechos para la distribución y comercialización de las ventas de computadoras Compaq, consiguiendo el éxito de la marca y un gran reconocimiento en un momento en el que la mayoría de las personas no tenían ordenadores en casa y mucho menos portátiles. Ese es el tipo de visión que aún se palpa cuando habla. El joven que no se graduó de secundaria, se había convertido en un ejemplo de la venta de energía en los EE.UU.Félix dió la sorpresa en el mundo de los negocios al vender “Top Sales” a sus empleados, en señal de agradecimiento a las personas que le habían ayudado a tener éxito.
Tras la venta de su amada empresa, Sabatés centró su atención en el mundo del deporte profesional. Se unió a la empresa de élite NASCAR con la compra de un equipo de investigación y desarrollo, que se convirtió en carreras SABCO. Con el tiempo, se convertiría en un poderoso equipo multiprofesional con pilotos como Kenny Wallace, Sterling Marlin, Bobby Hamilton, Jamie McMurray, Memo Rojas y Scott Pruett, por nombrar sólo algunos. También ha estado involucrado en el hockey profesional y el fútbol y apoyó la expansión de equipos de baloncesto profesional como los Hornets de Charlotte (hoy New Orleans Hornets) y los Bobcats de Charlotte, propiedad de la leyenda del baloncesto Michael Jordan para quien Sabatés tiene palabras de elogio por sus esfuerzos para que el equipo sea un éxito.
Hoy Félix Sabatés es el presidente de Trinity Yachts, la fábrica que construye grandes yates que se venden por más de $50 millones. La crisis económica de los últimos años ha sido devastadora para la industria naviera. “Hemos sobrevivido porque no teníamos deudas cuando llegó la crisis y seguimos porque hemos recortado gastos”, dice Sabatés sobre Trinity. La empresa que fabrica y vende los yates más lujosos también se ocupa de empresas menos sexys como la construcción de barcazas para compañías petroleras y militares. Pero Félix Sabatés es un hombre feliz. Cuando algo le hace infeliz, él sigue su propio mantra “Cuando uno está verde está creciendo, cuando está maduro, está muerto. Piedra que rueda no cría moho. Uno puede estar sentado en el sitio correcto pero si no se mueve, el tren te arrolla “y así sigue su camino. “He comprado empresas que eran rentables, pero el trabajo no me hacía feliz, así que las vendí”, explica Sabatés acerca de su práctica empresarial. “Yo no quiero retirarme nunca. Voy a estar aquí por mucho tiempo “.
Al igual que pasa con muchos grandes hombres, hay en él una combinación de economía y de generosidad que hace que se destaque. Es un filántropo comprometido que contribuye religiosamente con una buena causa como el Boys and Girls Club de Fort Lauderdale, Hospital Levine Children, la Fundación Allegro, Belmont Abbey College y el Instituto de Medicina de Carolina del Norte, entre muchos otros. Ve el mundo a través de lentes color de rosa y admite que “hay más cosas buenas que malas en el mundo. Sólo tienes que mirar todos los ángulos». El chico que abandonó la escuela secundaria recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Elon de Carolina del Norte. La vida tiene una manera de recompensar a aquellos que se levantan después de caer, los hombres y mujeres que son capaces de construir imperios de sus sueños con trabajo duro y perseverancia. Félix Sabates, como Rockefeller y Carnegie es uno de ellos. ■