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El agua parece ser el único elemento que evita que los viajes en tren unan a los continentes entre sí. Si no fuera por los océanos, el mundo estaría “cosido” por esas vías que nos llevan de aquí para allá de forma cómoda y nostálgica. Algunas de ellas se han convertido en rutas clásicas que son un destino en sí mismas. A bordo de los trenes que las recorren, de lo que se trata es de disfrutar el propio viaje y deleitarse con la pompa que ofrecen.
Para descubrir la Ruta de la Seda está Le Transsibérien Golden Eagle, que tarda 21 días y 20 noches en llegar de Moscú a Pekín. Y por tierras asiáticas discurre asimismo el lujoso tren indio Palace on Wheels, propio de marajás. En las remotas Nueva Zelanda y Australia también hay trenes míticos. Es el caso del Coastal Pacific, el Indian Pacific y el célebre The Ghan, que recorre el Centro Rojo australiano en uno de los trayectos en tren más largos del mundo, de Adelaide a Darwin.
En Europa destaca el Belmond Royal Scotsman, con 20 cabinas, que transita las Highlands o Tierras Altas de Escocia y en el que se celebran cenas de etiqueta donde los hombres visten de esmoquin o con las tradicionales faldas escocesas (o kilts). También está Al Andalus, un verdadero palacio sobre ruedas, que ofrece paseos por distintas regiones de España como Andalucía o Extremadura, con itinerarios como el Camino de Santiago o la Ruta del Vino Ribera del Duero y Rioja.
Y en Suiza se distingue el exclusivo Glacier Express, que emplea alrededor de siete horas en desplazarse de la estación de Zermatt hasta Davos o a la famosa estación alpina de St. Moritz. Como Al Andalus, muchos trenes turísticos de lujo emulan a los cruceros, con paradas en ciudades y pueblos para que los pasajeros puedan realizar excursiones y conocer un poco más el área por la que transitan.
De Europa bajamos a África. Allí, el Rovos realiza el trayecto ferroviario entre Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y El Cairo, en Egipto, con algún safari incluido. Su alternativa, también lujosa, es el Blue Train, que transita por Sudáfrica.
En el continente americano sobresale el legendario Belmond Hiram Bingham, de Cuzco a Machu Picchu, en Perú, y el Andean Explorer, de Cuzco a Puno, en su recorrido a orillas del lago Titicaca y, al norte, los canadienses Rocky Mountaineer y The Canadian (o Le Canadien), que realiza una ruta transcontinental. ■