Desde el mismo avión, los viajeros pueden comenzar a disfrutar de las Cataratas de Iguazú. Antes de arribar al aeropuerto, es posible percibir en el horizonte la grandiosidad de esa gran nube que se eleva desde la espesura de la selva señalando el sitio de uno de los espectáculos naturales más imponentes del planeta. Vea aquí nuestra selección de los destinos más apasionantes del mundo.
Las Cataratas de Iguazú han sido incluidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y, recientemente, fueron designadas como una de las nuevas siete maravillas del mundo. El gigantesco salto natural, por donde se precipita el río Iguazú, es una especie de gran media luna con 275 saltos de hasta 80 metros (260 pies) de altura. La selva que lo rodea es parte de una extensa área protegida de parques nacionales que comparten Argentina y Brasil.
Uno de los momentos más emocionantes de la visita a las Cataratas de Iguazú es contemplar la monumental caída de agua desde el mirador de la Garganta del Diablo. Allí, empapados por el agua, los turistas son testigos de la estruendosa caída del río al abismo. El ambiente del lugar está saturado de agua en suspensión, que junto a los rayos del sol, forma iridiscentes y cambiantes arco iris que maravillan a los visitantes. Algo imperdible son los paseos durante las noches de plenilunio para contemplar el asombroso arco iris formado por la luz de la luna.
El clima selvático de la región de las Cataratas de Iguazú genera el ambiente adecuado para la existencia de más de 124 especies de mamíferos, incluyendo el famoso yaguareté (panthera onca). También hay alrededor de 500 especies de aves, como la fabulosa águila harpía (harpia harpyja), 300 especies de peces, unas 250 especies de árboles y 85 variedades de orquídeas, además de centenares de especies de mariposas e insectos.
Los viajeros que visitan las Cataratas de Iguazú tienen la opción de alojarse en el Loi Suites Iguazú, un exclusivo hotel cinco estrellas situado en el entorno natural de la selva y a orillas del río. Sus habitaciones han sido diseñadas para disfrutar de amplias vistas de la selva circundante, y están equipadas con la más avanzada tecnología al servicio del viajero exigente.
En el área de spa es posible aprovechar los ancestrales conocimientos de los aborígenes y sus tratamientos estéticos, naturales y relajantes. Las energías se reponen en el restaurante Naipi, que propone una cocina autóctona con toques internacionales. Los momentos de relax pueden ser disfrutados en el Tiki Bar, con refrigerios, cócteles y refrescos.
Un vuelo regular de dos horas desde Buenos Aires, y un breve traslado por tierra, permiten vivir una aventura inolvidable en las asombrosas Cataratas del Iguazú. ■