El Cairo, la capital de Egipto, es también la mayor ciudad del mundo árabe, pues supera con creces los 16 millones de almas. Sus habitantes la llaman “la poderosa” y también “la victoriosa”, quizás porque su historia traspasa el umbral de lo concebible.
Una caravana de camellos frente a la pirámide de Giza.
Herodoto y Plutarco se referían a ella como «la magnífica», e hijos de la Ilustración como René Savary y el barón de Denon, que viajaron hasta ella durante el Siglo de las Luces, alabaron en sus escritos su egregio legado cultural.
El Cairo es una ciudad que queda grabada en la retina, un lugar de fascinación permanente, agobiante y caótica, pero a la vez mágica, sorprendente y acogedora. Una urbe atestada de gente que curiosamente camina despacio, pues hacerlo rápido es miedo a ver pasar la vida, como me dijo un comerciante-filósofo que vendía alfombras en el bullicioso mercado del Khan Al-Khalili.
Pero lo que más impacta al visitante es que es una ciudad que no duerme y que siempre se muestra infatigable a cualquier hora del día, y su atestado tráfico acrecienta más esa sensación, pues los coches se guían como pueden entre las calles, más por instinto de supervivencia e intuición que por normas de tráfico.
1. La gran esfinge frente a la gran pirámide de Giza.
2. El sarcófago del rey Tutankamón.
3. Khan el Khalili Bazaar en Cairo
4, 5. Templos cristianos.
6. Las grandes pirámides de Egipto.
La ciudad que fascinó al mismísimo Napoleón Bonaparte es una sola metrópoli pero, a la vez, es muchas ciudades, pues según se va conociendo,–y créanme, no basta con un solo viaje–se descubre no solo su notable pasado faraónico, sino también sus huellas otomanas, coptas y coloniales.
Esto se percibe en sus destartaladas fachadas, en las azoteas desde donde la gente observa con curiosidad, en sus minaretes que llaman a la oración, y por encima de todo, en ese penetrante y agradable olor a fruta madura, a esencias como el incienso y la mirra, y a especias como el clavo, el comino o el cardamomo que inundan la ciudad.
Si es usted de los que acuden a El Cairo por primera vez, debe estar al tanto de que su oferta hotelera de lujo 5 estrellas es amplia y variada. Puede elegir entre más de 50 opciones. Impresionante es el exclusivo Fairmont Cairo, con sus preciosas vistas al legendario río Nilo; el Ramses Hilton o el Kempinski Nile Hotel Cairo.
Cualquier hotel de esta categoría tiene vistas a las pirámides, al Nilo, a bonitos parques y jardines o a locales y recintos exclusivos. Les recomiendo que hagan uso del servicio privado de coches con conductor que ponen a disposición del cliente algunos de estos hoteles pues El Cairo es una ciudad complicada para ser visitada de modo individual.
La ciudad tiene una serie de puntos de interés imperdibles como las pirámide de Giza, donde se encuentra la barca funeraria de Keops y la archiconocida Gran Esfinge, una figura mitológica mitad hombre, mitad león. La mejor hora para verlo todo es al final de la tarde, cuando ya no hace tanto calor y las hordas de turistas han desaparecido.
Otro lugar memorable es el Museo Egipcio (Egyptian Museum), donde se encuentran los tesoros que no se llevaron los saqueadores de tumbas ni los arqueólogos franceses, ingleses o alemanes. Maravíllense ante la momia de Tutankamón, con las joyas de oro de los faraones, con las esculturas y las pinturas.
Vista nocturna del río Nilo a su paso por El Cairo.
Vean también la Ciudadela en el casco antiguo de la ciudad, atracción religiosa y popular lugar turístico, pues cuenta con un número importante de mezquitas e iglesias ortodoxas y coptas.
Y por último piérdanse literalmente en Khan el Khalili, uno de los más famosos y grandes mercados tradicionales del mundo. Es un bazar donde se puede comprar de todo. Sólo recuerde que tiene que regatear, es tradición y si no lo hace, los vendedores pueden muy bien insultarse. Disfrute de un crucero por el río Nilo: el Oberoi Zhara. ■