Achaval Ferrer es una pequeña bodega de Argentina que sorprendió al mundo desde sus comienzos, cuando el primer lote de su vino Finca Altamira Malbec fue calificado con cinco estrellas por la publicación especializada Decanter, convirtiéndose en el primer vino de ese país en conseguirlo.
En el año 1995, Santiago Achával, Manuel Ferrer, Tiziano Siviero y Diego Rosso unieron fuerzas con el winemaker italiano Roberto Cipresso con la intención de fundar una bodega que rompiera con las tendencias productivas de la industria de aquellos tiempos, ofreciendo productos de nivel internacional obtenidos a partir de la calidad de la tierra, las vides y las uvas.
Si bien uno de sus objetivos era aplicar controles productivos de alta tecnología, decidieron no intervenir en el proceso natural de la transformación de la uva en vino, sin corregir la acidez ni agregar sulfitos o sumar enzimas, por dar algunos ejemplos.
Con este objetivo casi utópico en mente, Roberto Cipresso y Santiago Achával se encontraban en 1999 en busca de fincas en la provincia de Mendoza, Argentina, cuando de pura casualidad se toparon con la Finca Altamira. La misma contaba con vides antiguas de pie franco (que no han sido injertadas y no han estado enfermas) que brindaban uvas de exquisito sabor y equilibrio que los cautivaron inmediatamente. Esas mismas uvas originales de la finca fueron transformadas en vino a partir de su método no invasivo, y la sorpresa llegó cuando la primera producción del Malbec Finca Altamira fue evaluada con cinco estrellas por Decanter.
Luego de este hito internacional, la bodega se ha expandido notablemente y en la actualidad cuenta con tres etiquetas de terruños o terroir: Finca Altamira, Finca Bella Vista y Finca Mirador. Cada una de ellas produce su propia expresión de Malbec y comunica las características del ecosistema, las particularidades geológicas y la evolución de sus vides centenarias de pie franco, lo cual le otorga a los tres vinos colores intensos, menor acidez, mayor sabor y excelente potencial de evolución, con expectativas de guardado de 20 años.
A estos tres ejemplares de primer nivel mundial se les suma una interesante gama de vinos de corte de autor, en el que se destaca el Quimera.
Éste se logra a partir de una práctica, llamada warm-blend, que realizan Achával y Cipresso cada año y que consiste en recorrer los viñedos probando las uvas horas antes de la cosecha para decidir allí mismo la proporción que se usará de cada variedad para lograr el vino ideal.
Los tres principios fundamentales de la producción de Achaval Ferrer (utilización de plantas maduras de pie franco, mínima intervención y bajo rendimiento, con un promedio de dos a tres plantas por botella, cuando lo regular en la industria son cuatro botellas por planta), si bien iban en contra de las prácticas industriales generalizadas, le permitieron a la marca producir vinos de altísima calidad y excelente complejidad, recuperando técnicas ancestrales de producción artesanal.
Por su prestigio internacional, sus excelentes puntuaciones, sus creadores estrella y su personalidad inconfundible, Achaval Ferrer es una bodega que todos los amantes del buen vino deben conocer. ■