Stephanie Ansin, co-fundadora y directora artística del Miami Theater Center (MTC), es una mujer de gran visión artística, una brillante dramaturga, directora y adaptadora de obras de teatro.
En una hermosa y soleada mañana me dirigí a sus oficinas, ubicadas en un clásico edificio art decó de Miami Shores, una zona residencial de calles llenas de árboles y encantadoras casas en Miami, Florida.
El MTC estableció aquí su hogar permanente en el año 2004 cuando todavía funcionaba como el Playground Theater for Young Audiences (Teatro Playground para Audiencias Jóvenes, co-fundado por Ansin y su entonces esposo, el director ruso Oleg Kheyfets).
Tuve el privilegio de mantener una larga e interesante charla con Ansin, una mujer joven y atractiva, impecablemente arreglada, de mirada intensa y hermoso cabello castaño.
Su desarrollo artístico se inició a una edad precoz, cuando comenzó a estudiar piano y ballet. Tenía tan sólo seis años. Su afición por el piano la llevó cinco años más tarde a un campamento de arte para niñas en Belvoir Terrace, Massachusetts. Su meta al inscribirse en él fue la de seguir progresando como pianista pero, en cambio, fue allí donde descubrió su pasión por el teatro, la cual siguió cultivando en su colegio de Miami, Ransom Everglades, e incluso en su carrera universitaria, que culminó al graduarse en la Universidad de Brown en Rhode Island. Para ese entonces, ya sabía con certeza que lo que deseaba era dirigir y actuar.
Como la mayoría de los recién graduados, al principio se desempeñó en varios trabajos, desde dar clases en una compañía de teatro infantil y colaborar en una organización sin fines de lucro enfocada en llevar el teatro a un público multi-generacional, hasta trabajar una temporada en un noticiero para el Canal 7 de Boston o participar en un documental sobre educación sexual.
Pero cuando el campamento Belvoir Terrace le preguntó si quería trabajar durante el verano como consejera para los niños, el teatro volvió a convertirse en el leitmotiv de su vida. Fue durante ese tiempo que empezó a dirigir obras y se dio cuenta de que esa era su verdadera vocación en la vida. Esta revelación la impulsó a matricularse en la Universidad de Columbia, donde fue aceptada en el prestigioso programa de dirección del Masters of Fine Arts (Maestría en Bellas Artes) o MFA, por sus siglas en inglés.
Durante su estancia, perfeccionó sus habilidades y tomó su “clase favorita de todos los tiempos: Teatro”, que resultó ser un paso fundamental en su carrera. Fue allí donde, mientras trabajaba en un proyecto, decidió crear una compañía de teatro, y así nació el Playground Theater for Young Audiences.
Tras 14 años dirigiendo y actuando en Boston y en Nueva York, Ansin quedó embarazada. Con la buena noticia, sintió también el deseo de mudarse a Miami para estar más cerca de su familia y, a la vez, lanzar aquel prometedor proyecto que concibió durante su época universitaria en Columbia. Miami conjugó su deseo y, finalmente, el Playground Theater for Young Audiences se hizo realidad, poniendo en escena adaptaciones de obras infantiles de autores internacionales, interpretadas por actores de primera clase, algo que nunca se había intentado hasta ese momento en esa ciudad. El éxito fue arrollador.
En 2012, a pesar de haber tenido algunas producciones de gran éxito, Ansin sintió que era hora de hacer un cambio de dirección porque veía que el mensaje no estaba claro para el público.
“Aunque sabíamos que los adultos también acudían solos, sin niños, a los espectáculos y disfrutaban de ellos, pensaban que lo que presentábamos eran espectáculos para niños o interpretados por niños o animales de peluche”, recordó Ansin.
Fue entonces cuando decidió cambiar el nombre del teatro a Miami Theater Company (MTC), alusivo al público de todas las edades, y que le abrió la puerta para poder presentar obras tanto para adultos como para niños. Con esta nueva y acertada estrategia, Ansin pudo comenzar a trabajar en diferentes iniciativas con la compañía.
Una de ellas fue asociarse con “O, Cinema”, una sala de proyección de películas de arte y ensayo.
Otra iniciativa fue invitar al Teatro Mad Cat -cuyo director artístico es Paul Tei– a convertirse en la primera compañía residente (financiada a cambio de cooperación artística) de la MTC.
Esto fue posible gracias a que la MTC recibiera en 2012 una beca de la Fundación Knight para las Artes, lo que le permitió crear un espacio adyacente al escenario principal conocido como black box, donde diversos artistas pueden poner en escena nuevos trabajos. Lo bautizaron con el nombre de Sandbox.
Por otro lado, el talento de Ansin para seleccionar las obras que va a presentar es indiscutible. La primera incursión de la MTC en la programación para adultos fue, por ejemplo, Tres hermanas, de Antón Chéjov, que recibió críticas muy favorables. A ésta le siguieron otras nuevas adaptaciones, como Hedda Gabler o La tentación vive arriba (filme que protagonizó Marilyn Monroe). En el 2016 la MTC presentará una de las obras más escabrosas de Tennessee Williams, Out Cry.
Cuando le pregunté cómo se las arregla para mantener el interés de un público que probablemente ha visto antes innumerables producciones de estos clásicos, me explicó que la clave es buscar obras que sigan siendo relevantes, y que tengan temas e historias con las que la audiencia pueda conectarse.
Ansin también le da mucho crédito a Fernando Calzadilla, su colaborador más cercano y diseñador de vestuario, escenario e iluminación, así como su compañero en el proceso de adaptación de las obras. Ella lo apoda su “disco duro externo” por su memoria prodigiosa, y también lo describe como una persona increíble, un artista y un erudito. “Trabajar con él es como tener otro cerebro y otra alma”. Ambos forman la pareja perfecta en el mundo teatral.
Con vistas al futuro, el objetivo de Ansin es que el MTC se convierta en los próximos 10 años en un teatro que atraiga artistas que hagan aportes interesantes, como los realizados con el Sandbox y con el Teatro Mad Cat.
A principios del 2015, la MTC celebró su décimo Aniversario de Gala y recaudó US$ 70.000 de entre patrocinadores, invitados y donaciones para apoyar sus programas artísticos y educativos. Ese es un testimonio de su compromiso y dedicación a la comunidad. También pone de relieve a una mujer llamada Stephanie, una rebelde que sólo acepta los más altos estándares y que está dispuesta a tomar riesgos.
Ansin ama a William Shakespeare, le gusta soñar en grande y disfrutar del sur de la Florida, donde planea seguir adelante con un teatro en donde el espectador pueda volcar toda su energía, que invite a la reflexión y que desafíe a la audiencia. ■