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Pero habría que esperar hasta 1937 para que, por su notoriedad, la marca Chopard se trasladara a Ginebra, entonces y ahora capital mundial de la alta relojería, y lo hizo de la mano de Paul Louis Chopard, hijo del fundador de la compañía.Ésta continuó siendo una empresa familiar hasta 1963, cuando fue vendida a Karl Scheufele III, la tercera generación de una dinastía relojera alemana que se encontraba en expansión. Esta adquisición dio un nuevo impulso a Chopard, que se convirtió en un nombre establecido tanto en joyería como en relojería.
Sus capacidades de fabricación de alto nivel se comparten actualmente entre los talleres de orfebrería de Ginebra y de Fleurier, en la comuna suiza de Val-de-Travers.
Maison Chopard personifica la alianza entre la relojería y la joyería, y es una firma que siempre ha sabido cómo satisfacer las expectativas de sus clientes, basándose en cuatro valores esenciales: experiencia, tradición, innovación y compromiso.
Estas características pueden observarse claramente en la nueva colección Chopard de alta joyería, creada justamente un año después de que la marca se uniera a la Federación Francesa de la Costura.
Se trata de una muestra de preciosas joyas que muestran el virtuosismo y la técnica de los artesanos de Chopard, mezclando en los talleres de Ginebra piedras preciosas de colores variados con oro y titanio.
Aquí destacan creaciones plenas en glamour y buen gusto, como los tres brazaletes engarzados con gemas de vivos colores sobre titanio coloreado a mano.
El primer brazalete es un homenaje a la primavera, con dos mariposas con topacio, turmalinas y amatistas que descansan sobre un follaje cubierto de gemas. Estas figuras pueden separarse del brazalete y con las alas transformarse en unos pendientes o en un broche.
La segunda joya es una mezcla perfecta de oro de 18 quilates con amatistas, esmeraldas, turmalinas y zafiros engarzados en titanio. El tercer brazalete muestra dos filas de flores con hojas de diamantes engastadas con zafiros azules, turmalinas y diamantes sobre titanio coloreado.
Una gran presencia tiene también el collar realizado con titanio y piedras preciosas en tonalidades azules y rojas, y sobre ellas, como punto destacado, una tanzanita de 14 quilates. También sorprenden los pendientes de jade, esmeraldas y diamantes.
Por otra parte, la colección Chopard Fleurs d’Opales crece con la incorporación este año de tres nuevos anillos, adornados con un gran ópalo central y pétalos con diamantes engarzados sobre una fina estructura de oro y titanio.
Estas nuevas joyas de gran belleza muestran el talento de los pacientes, hábiles y experimentados artesanos que representan el patrimonio más preciado de una firma sin igual, nacida hace más de 150 años. ■