Nacida en Toronto en 1923, Schapiro fue hija de artistas de origen judío que estimularon su formación pictórica desde muy pequeña. Luego de la gran depresión económica de los años 30 del siglo pasado, su familia se mudó a la ciudad de Nueva York donde la joven artista tuvo la oportunidad de comenzar su formación en el Museum of Modern Art y, una vez terminados sus estudios preuniversitarios, recibió una beca para estudiar en la Universidad Estatal de Iowa. Allí conoció a su futuro esposo, el reconocido artista Paul Brach.
En sus primeros años como artista profesional, Schapiro creó dibujos y pinturas marcados por la influencia del expresionismo abstracto, tal como se puede apreciar en su pieza Fanfare de 1958. A pesar de conseguir un relativo éxito con su obra, Schapiro experimentó en carne propia la discriminación de género que sufrían las mujeres de la época en una esfera ampliamente dominada por los hombres.
Hacia 1960, la pareja de artistas se mudó a California y es allí donde Schapiro comenzó su larga trayectoria en el activismo feminista, enfocándose en la búsqueda de temáticas y de estéticas que representaran la identidad de la mujer y sus roles en la sociedad.
Gracias a las investigaciones realizadas junto al físico David Navilof, Schapiro se convirtió en una de las primeras artistas en utilizar software informático en las artes visuales, creando piezas que son icónicas para el movimiento feminista, como su bien conocida obra OX de 1967, en la que superpone una letra O sobre una letra X, realizadas a partir de figuras geométricas computarizadas que recrean los órganos genitales femeninos.
Durante la década de 1970, Schapiro fundó el primer programa artístico feminista de Estados Unidos en el The Art Institute of California y, junto con otras 28 mujeres, realizó la muestra Womanhouse, donde expone su obra Doll House (Casa de Muñecas, 1971) ante más de 10.000 visitantes. Dicha pieza fue descrita por la propia artista como una obra que “representa la belleza, el encanto y la supuesta seguridad y confort de un hogar, con los terrores innombrables que existen dentro de sus paredes”.
Otro gran aporte de Schapiro al universo del arte feminista es la creación de la categoría femmage, un estilo de collage que utiliza materiales, objetos y técnicas artesanales identificadas culturalmente con la mujer. El concepto estético se puede apreciar entre las numerosas piezas en forma de abanico, también presentes en la retrospectiva.
A pesar de la importancia de su legado, Miriam Schapiro sigue siendo una personalidad poco conocida, y esta amplia muestra auspiciada por el National Academy Museum de Nueva York fue una excelente oportunidad para aproximarse a la obra y a la trascendencia histórica de esta mujer de vibrante espíritu avant-garde. ■
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