El origen de la actual Sotheby’s se remonta al 1744, cuando Samuel Baker fundó en Londres su antecesora Baker’s, dedicada por varios años a la comercialización de libros raros y valiosos, prestándose para la licitación de bibliotecas provenientes de connotadas personalidades de diversas latitudes. En 1804 se produce el cambio de nombre de la firma, cuando dos de los socios originales de la empresa, Leigh y Sotheby, decidieron establecer cada uno su propia casa de distribución de libros.
Con el paso del tiempo, además de los libros, Sotheby’s fue incorporando las bellas artes, registrándose como primera transacción importante la venta en 1913 de una pintura de Frans Hals. De aquella fecha hasta ahora, las ventas de Sotheby’s en sus sedes de Nueva York, París Ginebra, Milán Ámsterdam, Doha, Zúrich, Toronto y Hong Kong mantienen en vilo al mundo del coleccionismo. Cada subasta sobrepasa las expectativas, y no son pocos los récords que han establecido la venta de autores célebres gracias a la gestión de la casa. Muchos de los notables patrimonios atesorados en el planeta se han rematado en sus confortables galerías y salas de ventas.
Entre esas significativas subastas podríamos citar una larga lista de obras incomparables. Basta mencionar, por ejemplo, la impresionante biblioteca que el emperador Napoleón fue coleccionando en su residencia de Santa Elena; las codiciadas joyas de Wallis, la duquesa de Windsor, que le fueron obsequiadas por el monarca Eduardo VIII; las míticas pertenencias de Jacqueline Kennedy Onassis; la obra Garçon à la Pipe de Pablo Picasso, rematada en nada menos que US$ 105 millones, o el delicado jarrón de doble cuerpo Famille-Rose amarillo de Qianlong, una pieza clásica de la cerámica imperial china.
Otros ejemplos, además, son la escultura de Giacometti L’Homme Qui Marche, convertida en una de las obras de arte más caras vendidas en subasta pública por € 74 millones (unos US$ 83 millones); la escultura mesopotámica Leona Guennol de 5.000 años de antigüedad, hallada en las cercanías de Bagdad, en 1930; la primera versión impresa de la Declaración de Independencia de Estados Unidos; uno de los 17 ejemplares manuscritos de la Carta Magna, histórico documento datado en 1215, considerado texto precursor de los estamentos políticos modernos; la obra Aristóteles contemplando el busto de Homero del pintor holandés Rembrandt, que marcó récord de precio en 1961; el legado documental de Martin Luther King Jr., integrado por miles de documentos, entre ellos el borrador de su famoso discurso «I have a dream” (“Yo tengo un sueño”). En fin, numerosos eventos de puja y adjudicación organizados por la casa que se han convertido en hitos en el ámbito de las ventas públicas de bienes patrimoniales.
Sotheby’s resultó ser la primera casa de subastas que extendió su presencia de Londres a Nueva York en 1955. Fue también la primera en realizar transacciones en Hong Kong y en la antigua Unión Soviética. Actualmente, cuenta con unas 90 filiales en aproximadamente 40 países, encargadas de más de 250 subastas anuales en unas 70 categorías de bienes coleccionables y alhajas.
Ante los avances de la tecnología y el creciente flujo de la actividad comercial a través del mundo virtual, la firma adecuó velozmente su perfil a internet y ya es común hoy en día apreciar o participar en las subastas en tiempo real mediante la conexión directa online desde cualquier país del mundo. Los expertos cibernéticos de la compañía se dedican con esmero a la constante actualización del sitio de internet, garantizando el fácil acceso a los clientes de cualquier región.
En la actualidad, la empresa mueve un capital que asciende aproximadamente a los US$ 3.000 millones, y esto es sólo en sus oficinas de New Bond Street, en Londres, y York Avenue, en Manhattan. El enorme volumen de transacciones se debe a la expansión de la firma en el mercado multinacional de subastas tras la adquisición de otras importantes casas como la Parke Benet de Estados Unidos, comprada por Sotheby’s en 1964.
En 1983, la compañía fue adquirida por el millonario estadounidense A. Alfred Taubman. Desde entonces, Sotheby’s ha ido consolidando su poder, manteniéndose fiel al espíritu que motivó a sus fundadores, pero sin perder la perspectiva de mantenerse a tono con los nuevos tiempos. Con la revolución digital ha incorporado especialistas y ejecutivos de las generaciones más recientes, que se mantienen atentos continuamente a las necesidades de innovación.
La gestión inteligente de la gerencia de la célebre casa ha permitido que la misma maniobre con éxito durante los períodos de recesión financiera en los que suele verse afectado el mercado de arte y bienes coleccionables. Y lo ha logrado sin menoscabo de la ética empresarial, rigiéndose en todo momento por su histórico compromiso con la calidad profesional en sus operaciones. Incluso, cuando ha cometido errores con la autenticidad de alguna pieza, la firma ha asumido la responsabilidad legal y financiera.
De ahí que se mencione a Sotheby’s sin motivos para sombras. Su trayectoria recorre zonas luminosas de la intersección entre mercado y cultura contemporánea. ■